Dicen que está de moda llevar a cuestas el almuerzo en un recipiente de plástico, de marca o sin ella. Sin embargo, es más viejo que la tos llevarse la comida al trabajo.¿Cuántos trabajadores de la construcción de nuestro país, u otro tipo de operarios, hace cincuenta años, llevaban en un fardillo la cazuela atada con trapos? … Y los excursionistas, los soldados, los labriegos, los pastores, en fin, muchísima gente y colectivos. Lo que ocurre es que los que ya empezamos a economizar hace unos años, pero con el motivo de comer sano, inauguramos la necesidad de disponer de microondas en los centros de trabajo, y desde que la crisis ha hecho mella incluso en las personas que trabajan, no se trata de comer sano solamente, sino de almorzar cómo es debido para continuar la jornada laboral, ya que esto de ir al “bar” a comer cada día ha pasado a la historia.
Así que hay que adaptarse a los tiempos, aunque la adapatación tenga que ser rápida. Y a los niños y a las niñas no les va a pasar nada, al contrario, es posible que observando los alimentos de sus compañeros, pierdan algunas manías que se cogen en casa por pura rebeldía. Además, no aborrecerán alimentos, como muchas generaciones que han almorzado en los colegios han aborrecido, a modo de ejemplo: las lentejas estofadas, el tomate frito de pote, ¡los huevos al nido!, los sanjacobos, pues cualquier cosa mal cocinada y para una tropa, puede producir bascas para siempre.