Las madres de familia, las amas de casa, las que trabajamos dentro y fuera de casa, todas, nos hemos de preparar mentalmente para que cuando lleguen las rebajas de enero del año próximo no tengamos que hacer un curso llamado “Cómo gestionar el síndrome del agotamiento del trabajo profesional”. Pues la actividad que se desarrolla en el hogar es toda una profesión agotadora, y además la única que se paga sólo con amor. Y cuando las tiendas ya se visten de Navidad, las colas en de las administraciones de lotería son largas y pacientes, los familiares, como si nada, te preguntan “¿Qué haremos por Navidad?”… le entra a una como un no se qué…. Que ya me empieza a estresar. Aquí es una suerte que tu marido, por no meterse en un lío, no haga preguntas (de momento) inconvenientes.
Cada año se repite de una manera o de otra. Pero siempre acabas de los nervios a flor de piel si con tiempo no inicias un trabajo de mentalización. Todo lo adaptas a las necesidades y al bolsillo presentes, obviamente. Los adornos, los menús, las bebidas, los regalos, han de vivirse todo con alegría y sobriedad. Pero el bombardeo exterior a veces es un poco pesado, sobre todo cuando el Adviento, esas cuatro semanas fuertes que nos preparan a recibir a Jesús, una Navidad más, todavía no ha llegado.
Ya de por sí el trabajo del hogar es rutinario e inacabable, y se regenera solo, aun durmiendo, como la noche al día, pero no por ello resulta siempre satisfactorio, y puede llegar a ser costoso en esfuerzo y sacrificio. Así que cuando ves venir días más intensos, has de hacer relajación mental, y desde hoy, respirar hondo. Sin olvidar de mirar al cielo a María Nuestra Madre, que nos ayudará siempre. Y sobre todo, ser muy prácticas, anotar las cosas en cualquier momento, así cuando nos pongamos manos a la obra, aprovecharemos esos momentos de tormenta de ideas tuvimos y que nunca sabías cuando iban a producirse.
Recuerda lo que ya dije: KEEP CLAM AND CARRY ON.
Gracias, Laura!