En efecto, hemos leído en este mes de noviembre, dedicado por la Iglesia Católica a los difuntos y a la reflexión sobre “Los Novísimos”, varias lecturas de las misas que nos han invitado a reflexionar de que a pesar de la ausencia de bienes materiales y la del esposo amado, la fe y el abandonarse en los brazos de Dios no falla nunca. Así el domingo día 11, la lectura del Libro de los Reyes* nos decía que Elías encontró en Sarepta a una viuda a la que le pidió un poco de agua y pan, pero ella le respondió que solo tenía un puñado de harina y un poquito de aceite y que después de hacer el pan, como no tenía nada más, ella y su hijo morirían de hambre. Pero Elías le respondió que no temiera, que le hiciera el pan y que nunca le faltaría nada pues el Señor, Dios de Israel se lo prometía hasta que trajera lluvia a la tierra. Ella creyó y le dio el pan a Elías. En ese mismo día, el evangelio de san Marcos**, se refiere a que Jesús enseñaba en el templo y mientras decía a sus discípulos que los escribas devoraban los bienes de las viudas, una de ellas echó dos monedas de muy poco valor a los sacrificios, al ver este gran gesto Jesús dijo “Os aseguro que esta pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”. En el evangelio de san Lucas *** del sábado 17, se refiere a una explicación de Jesús sobre cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, entonces les propuso la parábola de un juez injusto que para sacarse de encima a una viuda pesada e insistente, le concedió lo que pedía.
Así que no hay que temer a la muerte ni al fin del mundo del que no sabemos cuando se producirá, a pesar de las múltiples predicciones humanas de ambas cosas. Hay que vivir tranquilos y en manos de Dios, pues hoy me puede tocar a mi y mañana a ti: Hodie mihi cras tibi.
* Libro de los Reyes, 17, 10-16
** Evangelio de san Marcos, 12, 38-44
*** Evangelio de san Lucas, 18, 1-8