Hace pocos meses se estrenó la
anunciada y última película del mejor
caminante del cine, según The New York Times, es decir, de Richard
Gere, que junto a Susan Sarandon, interpreta a Robert Miller en El fraude (Arbitrage, USA 2012). Miller es un acaudalado empresario que
edifica grandes negocios, aparentemente legales, pero todo lo que toca lo
convierte en un fraude. Miller se vanagloria de su familia, de sus dos hijos y
nietos, y celebra con ilusión su 60 cumpleaños, haciendo gala de buen esposo,
padre y abuelo. La película es interesante pues el guión te hace partícipe del
desarrollo de la inmoralidad de los negocios que ejecuta así como de las
personas que a su alrededor, en un momento u otro, con apariencia de indignación,
también acogen con buen gusto, al problema acaecido, una suculenta cantidad de dinero. Miller explica la estructura que ha
construido y dice textualmente “¡Era
dios!”.Y así es como se conduce a lo largo de todo el film. Todos los pecados
capitales quedan representados, no obstante Miller sale incólume.
La estructura
de pecado retratada en El fraude es, en muchas
ocasiones, el retrato de nuestra sociedad política y económica, y en donde a
veces, como en la película, el matrimonio es un fraude ya que se rompe el compromiso dado a base de
mentiras por parte de uno o ambos cónyuges. El final no es el
típico del celuloide, y te quedas como
esperando otro desenlace, sin embargo, se ajusta a la vida real. La sonrisa irónica de Miller, versus Gere, es de una interpretación genialmente pecaminosa.