La historia de amor llevada al cine con el nombre Amor bajo el espino blanco (2010) es un relato amoroso vivido en el ambiente y la persecución de la Revolución Cultural
de Mao, en China. Vemos que en todos aquellos años estaba
prohibido amarse fuera del tiempo que estuviese determinado. Estaba prohibido
manifestar el amor y el afecto, incluso el mero contacto de entrelazar las
manos. No existía ni un atisbo de libertad. Se trataba solo de servir a la Revolución
pues les aseguraban que Mao amaba a los hijos más y mejor que los padres. Y
cualquier movimiento en falso suponía perder el trabajo o los estudios y volver
al campo, el mejor lugar para la reeducación, según Mao.
Así las cosas, una colegiala llamada Jing y Sun, hijo de un militar de élite, se conocen cerca de un árbol llamado espino
blanco, pero que da unos frutos rojos porque allí están enterrados muchos mártires de la
revolución…. Su enamoramiento está lleno de gestos, miradas, sonrisas, detalles
sencillos, esperas, paciencias, entregas, sacrificios, viviendo un amor
profundo e intenso en donde la abstinencia, el control de uno mismo, es
impresionante. Sun y Jing se respetan, se guardan mutuamente,
entregándose con el corazón pero reservando las relaciones sexuales para cuando
pudieran casarse. Es el amor en estado puro, en un ambiente hostil a la belleza
del amor. Por todo ello a mi me ha cautivado y me ha emocionado. Compruebas,
una vez más, que nada ni nadie es capaz de arrancar el amor que nace en el fondo del corazón de las personas.
Se trata de una historia dramática, diferente en muchos
sentidos a las que estamos acostumbrados en el cine, a ritmo oriental, con pequeñas
narraciones en of y realizada por chinos que saben mucho de cine. El lema de la
película es algo así como No
te esperaré ni un mes ni veinticinco años, te esperaré toda la vida.