Todos estamos en contra
de la esclavitud, nos parece horrenda, inhumana, injusta en cualquiera de sus
formas. Sin embargo, a pesar de ese rechazo inicial, también somos capaces de
ejercer sobre nosotros actitudes por las que nos convertimos esclavos de
nosotros mismos. En ese sentido, se nos asusta del uso excesivo de los
teléfonos móviles. Casi ya no conocemos a nadie que no tenga teléfono móvil o
celular. Es difícil plantearse una vida, un negocio, un proyecto, un plan o un multiplan…, hoy por
hoy, sin móvil pues parece que uno tenga que vivir pendiente de aquel mensaje, un whatsApp, una llamada, correo, etc … O que cualquier
cosa dependa de una consulta al aparatito, como su fuera un oráculo.
Estoy absolutamente de
acuerdo con su uso, y no voy comprando cactus para situarlos en mi casa o en mi trabajo para que ahuyenten sus efectos dañinos. Sin embargo,
estamos observando que no podemos vivir si tenerlo cerca y en
disponibilidad.Siempre tenemos una auto
excusa para estar pendiente de una nuevo ruidito… Qué será? Quién será? Qué
habrá pasado? Qué ocurre? Vemos que muchos niños y niñas no solo dominan su uso
con los ojos cerrados sino que ni en clase, en el colegio, saben estar sin él,
y los padres y abuelos vamos por el mismo camino. Se está convirtiendo en una
adicción. El propio inventor de la telefonía móvil, el americano Martin Cooper,
de 84 años, nos lo ha advertido: “Los
móviles han de ser nuestros esclavos y no nosotros esclavos de los móviles”,
y él fue quien hizo la primera llamada el 3 de abril de 1973!!.
Así que hay que
proponerse aplicar la virtud de la templanza, también en esto, y no solo por el
gasto que pueda suponer, sino porque es mejor empezar a racionar el uso y
disfrute de esta genial tecnología, para no llegar a convertirnos en esclavos
de algo material que solo tiene 40 años. La educación en la sobriedad - también
en esto - es muy buena para nuestros hijos y nietos, y por supuesto para
nosotros mismos.