Al mismo tiempo que el Presidente del Gobierno español era
recibido en audiencia por el Santo Padre Francisco en el Vaticano, la Conferencia Episcopal
española realizaba el discurso inaugural de la asamblea plenaria, en el día de
hoy. En él se describen los problemas actuales que padece nuestro país, con el
buen sentido de llamar la atención sobre aquellos en los que la Iglesia Católica considera
obligado manifestar todo aquello que va en contra de la doctrina cristiana y es
una ofensa a Dios.
Citamos a continuación un extracto de aquello a lo que hace referencia a la familia y al matrimonio; al final del texto está el link de la conferencia completa, en texto y video.*
“Lamentablemente hemos de constatar que los
problemas sociales a los que nos referíamos en la inauguración de la última Asamblea Plenaria
siguen vivos. Persiste la crisis económica con su cortejo de paro
-especialmente de desempleo juvenil- y de falta de medios para hacer frente a
los compromisos contraídos en la adquisición de viviendas o a la debida
atención a los ancianos y a los emigrantes. Persiste la desprotección
legal del derecho a la vida de los que van a nacer y persiste una legislación
sobre el matrimonio gravemente injusta. Persiste la ausencia de protección
adecuada para la familia y la natalidad, en especial, para las familias
numerosas. La calidad de la enseñanza sigue dejando mucho que se desear, siendo
así que de ella depende en tan gran medida el futuro de la sociedad.
Los pasos dados en estos meses hacia la resolución de
estos graves problemas resultan todavía insuficientes. En particular, no es
fácil entender que todavía no se cuente ni siquiera con un anteproyecto de Ley
que permita una protección eficaz del derecho a la vida de aquellos seres
humanos inocentes que no por hallarse en las primeros estadios de su existencia
dejan de gozar de ese básico derecho fundamental. Durante los años de vigencia
de la actual legislación, que se basa en el absurdo ético y jurídico de que
existe un derecho de alguien a quitarles la vida a los seres humanos que van a
nacer, en contra de lo que falazmente se había afirmado, el número de abortos
ha seguido creciendo hasta alcanzar cifras escalofriantes [17]. Es urgente la
reforma en profundidad de la legislación vigente. Se ha de poner coto cuanto
antes a este sangrante problema social de primer orden. No solo con medidas
jurídicas proporcionadas a los bienes que se hallan en juego, sino también
mediante la protección de la maternidad y el fomento de la natalidad. ¡España
envejece y se debilita! Pero aunque no fuera así, una conciencia moral y cívica
madura no puede permanecer impasible ante la conculcación legalmente amparada
del derecho a la vida de un solo ser humano.
Hemos de reiterar también que es urgente la reforma de
nuestra legislación sobre el matrimonio. No se trata de privar a nadie de sus
derechos, ni tampoco de ninguna invasión legal del ámbito de las opciones
íntimas personales. Se trata de restituir a todos los españoles el derecho de
ser expresamente reconocidos por la ley como esposo o esposa; se trata de
recuperar una definición legal de matrimonio que no ignore la especificidad de
una de las instituciones más decisivas para la vida social; se trata de
proteger adecuadamente un derecho tan básico de los niños como es el de tener
una clara relación de filiación con un padre y una madre, o el de ser educados
con seguridad jurídica como posibles futuros esposas o esposos. El legislador,
también después de la sentencia del Tribunal Constitucional a este respecto, es
libre de legislar de modo justo reconociendo esos derechos de los ciudadanos y,
en particular, de los niños. No se trata de algo que supuestamente afectara
solo a la vida privada de las personas. Está en cuestión la estructuración
básica de la vida social. Sobre el gobierno y el legislador recae en este campo
una grave responsabilidad propia y cierta, que no puede ser transferida ni
eludida”.
*Conferencia Episcopal Española, Discurso inaugural 15-4-2013