Ser custodios de la familia, es cuidarnos unos a otros, es decir, seguir el mandato de la
caridad, junto a toda la creación que Dios nos entregó para vivir en ella y
gracias a ella. En ese sentido, Su Santidad el Papa Francisco, en la santa misa de la imposición
del palio y la entrega del anillo del pescador al inicio de su ministerio petrino,
el pasado 19 de marzo de 2013, en la homilía incidió en el tema de la
familia y la relación entre sus miembros, basada en el amor:
“Pero la vocación de
custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una
dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es
custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el
libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto
por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es
custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor,
especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a
menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del
otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como
padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán
en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un
recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo,
todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos
afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios."
"Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de
responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres
y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de
Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no
dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este
mundo nuestro. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros
mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar
quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón,
porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen
y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera
de la ternura."