La sabiduría popular está basada en la
mayoría de los casos en la repetición de las cosas de la vida cotidiana, y que
con gran observación y agudeza se transmite de generación en generación. Por
ello nos puede seguir ayudando a entender las cosas más elementales y
cotidianas. Sin embargo, hoy en día, el cientifismo, es decir, la imposición de
la afirmación de que solo es real todo aquello que se puede medir, pesar y
contar, nos embarca en grandes teorías que nos agobian como callejones sin
salida.

Y más cosas por el estilo.
Si el mundo cambió porque nosotras hemos salido del
trabajo del hogar para estudiar, mandar o ser soldados, también podemos, ahora,
avanzar en el amor a la vida, a la propia y a la ajena, empezando por la del no
nacido, y por quien nos ofrecimos enteramente cuando nos casamos, nuestro
marido. Si enseñamos en la familia el valor del amor por el amor, y no por el
del resultado final de un listado de tareas, si lo transmitimos sin miedo pero
respetando al otro, y haciéndonos respetar, resurgiríamos de este declive
social porque el egoísmo nos está autodestruyendo. Para que el mundo
mejore, hemos de empezar cada una y cada uno en el si de su familia y de su trabajo, y ¡todo irradiará a nuestro alrededor!
Gracias, Begoña