Cuando
estos novios, enamorados, deciden emprender una vida juntos, y son católicos, o
lo es uno de los dos, se les abre un abanico de dudas que hasta la fecha no se
habían planteado. Hoy vamos a ofrecer unas cuantas respuestas generales.
- Al ser católicos, ya frecuentan una iglesia o parroquia del lugar donde viven: el primer paso es pedir consejo e información al sacerdote del que reciben dirección espiritual o aquel al que se le tenga confianza, que es lo mismo. Éste explicará los trámites que hay que hacer.
- Uno de los más importantes es recibir formación: hacer un curso o cursillo de preparación al matrimonio. Se aprenden muchas cosas y abre los ojos para la futura convivencia. En más de una ocasión, una pareja se ha roto a lo largo de ese cursillo, al acabarlo o antes de celebrar ese pretendido matrimonio, lo cual es mejor que un matrimonio mal entendido.
- Hay que elaborar un Expediente Matrimonial: normalmente se pide el certificado de nacimiento y el certificado de bautismo, el cual se ha de pedir en la parroquia donde cada uno de los novios fue bautizado. Tiene una vigencia máxima de seis meses. Concluido el cursillo y completado el Expediente Matrimonial que cada uno de los dos tiene que hacer con el rector de su parroquia y firmado por éste, se han de llevar a la iglesia donde se contraerá el matrimonio.
- Si hay cambios de diócesis, el rector de la parroquia de cada uno de los novios, indicará si hay que hacer algún trámite especial.
- No hay que aventurarse en escoger un lugar muy bonito sin saber qué sacerdote bendecirá el enlace, y sin saber si en el lugar, aunque sea una iglesia, se podrá celebrar el matrimonio. Hay lugares donde el párroco o el obispo no otorgan el permiso para su celebración.
- Ya tenemos la documentación,
el lugar, la fecha, la preparación, y continúa el amor encendido: unas
semanas o días antes de la celebración hay que reunirse con el sacerdote
que lo celebrará para concretar todos los aspectos, el espiritual, el litúrgico
y el estético.