Los
medios de comunicación nos han ofrecido imágenes de personas que se quieren, se
besan, lloran... se abrazan por el advenimiento de un nuevo amparo jurídico en
USA para las parejas del mismo sexo. Su felicidad se ha manifestado ampliamente. Y, sin pausa, ya han
comenzado simultáneamente otras nuevas noticias sobre la persecución de
homosexuales en países de Sudamérica. La orquestación de la información
dirigida se sucede coreográficamente. Y así seguiremos, pues el loby homosexual
en el mundo es muy fuerte. Hay que tener en cuenta que es un loby de intereses económicos y no un loby en defensa de los derechos humanos fundamentales de las personas homosexuales, pues saben
que sus uniones son estériles y por lo
tanto, para sucederse a si mismos, es necesario otro tipo de sucesión, diferente
al de la ley natural.
Por otro lado, estamos los que creemos
que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer en una sola carne, para
toda la vida y ante Dios. Es una realidad. Es la ley natural desde la
concepción del mundo. Y a la vez es exigente, muy exigente. Son pocas palabras pero difíciles
de explicar y ejercitar, para ello hay que formarse y rezar.
¿Qué podemos hacer?
Al igual que Jesucristo
enviaba un grupo de mensajeros delante de Él para que le preparasen el terreno
y tener una multitud que le escuchara, nosotros, los católicos, hoy somos aquellos mensajeros. Y lo que tenemos que hacer es hacer apostolado. Hagamos como lo hagamos, cada uno
y cada una, según sus circunstancias, hay que hacer apostolado de la doctrina
de Cristo y del matrimonio cristiano. Es muy probable que siempre no nos
quieran escuchar ni leer, o no seremos bien recibidos donde vayamos. Tampoco a Jesucristo lo quisieron en todas partes… Como hoy leíamos en el Evangelio de la misa, yendo a Samaria camino de
Jerusalén no quisieron escucharle.
Hemos de redoblar los esfuerzos,
no desanimarnos por la disparidad y el rechazo de nuestro apostolado. Es
urgente evangelizar sobre el matrimonio natural, y haciéndolo viviremos una
gran aventura, pues la evangelización es un gran trabajo de amor por los demás,
hablando, escribiendo, escuchando, comprendiendo, transmitiendo amor, siempre.
*La gran aventura de la evangelización:segundo párrafo del punto 58.
Carta apostólica Novo Milenio Ineunte, beato Juan Pablo II