Se dice
que era un señor muy aguerrido y quería
aprovechar el tiempo en todo momento para hacer apostolado y llevar almas a
Dios. Así que cuando subía a un tren, cosa que hacía muy a menudo, decía ¿Hay
algún católico por aquí? Ante tal pregunta, los viajeros se quedaban estupefactos…
Y decía ¡“Yo lo soy”!…. De esa manera iniciaba una conversación. Quizá
no tengamos que ser tan sorpresivos por donde vayamos pero podemos hacer que se
note que somos católicos. Pues el tiempo es un elemento que forma parte de la
creación divina, y aunque para Dios no hay tiempo porque Él es infinitamente eterno,
para la naturaleza humana es un elemento incontrolable con el que pasamos la
vida entera. Sin embargo, Dios nos va a pedir cuenta de cómo lo hemos
aprovechado.
Ahora
nos encontramos en un tiempo rodeado de vacaciones, turistas, tormentas de
verano, medusas, playitas… y parece que no sea el momento para hablar del
aprovechamiento del tiempo, pues ¿de qué valen los muchos planes que hagamos
para septiembre, octubre o el año que viene si no sabemos nada de nuestro
futuro? Pero esto son cuentas humanas. Lo importante es cómo hemos vivido hasta
hoy para emprender el vuelo y hacerlo mejor mañana, y de cara a Dios. Pues si
Dios hoy nos viene a buscar no podremos decirle… No sabía que hoy me
llamarías!
Todo lo
que poseemos son dones de Dios, tanto los bienes materiales, como las
capacidades y las virtudes humanas. Todo pasa por nuestras manos, pero estamos
de paso, como lo es una ciudad cosmopolita en la que vives y de la que prácticamente
no conoces a nadie, porque, a pesar de estar rodeados de muchísima gente que la
visita, tan solo la ves una vez en la vida. Es sorprendente como nos da la sensación de
que el tiempo se escapa de nosotros como si fueran plumas al viento. Así que en estos días de sol, de
excursiones, de aguas marinas calientes, y fiestas llenas de refrescos y
helados… en un pequeño parón, tostándonos al sol, podríamos preguntarnos ¿Cómo
consigo que no se me escape ese momento para hacer o decir algo a… mi esposo,
mis hijos, mis nueras, a esa amiga difícil? ¿Cómo puedo ponerme en manos de
Dios para que no pierda ninguna oportunidad de encomendarle mi trabajo, mis
esfuerzos, mis errores, mis fracasos?
Pasa el
tiempo como los trenes de mercancías, largos, muy largos, llenos de materiales
diversos… pero también los hay vacíos, ¡Qué mal iríamos si nuestros vagones del
tiempo fueran vacíos! … ¿Cuáles se nos han escapado? Es probable que lo
hayamos hecho un poco mal o regular, y lo habremos observado después de una íntima
auto crítica, un examen de conciencia, pero ahí está el perdón de Dios para el
alivio de nuestra alma. También en verano se puede practicar el sacramento de
la confesión, pues es muy ¡refrescante! Y a continuación, recomenzar y
encomendarse pues la misericordia de Dios todo lo alcanza.