Habitualmente
podemos descubrir que en nuestro día a día tenemos muchas cosas que celebrar,
aunque haya temporadas y rachas de problemas que absorben cualquier motivo de
celebración. Pero puestos a celebrar, hoy vamos a celebrar el aniversario de
nuestra boda. Podemos hacerlo de una forma testimonial, es decir, que las
personas de nuestro alrededor se enteren de que se puede celebrar un año más de
vida conyugal.
No hay que esperar a los 25 años de matrimonio y celebrar las
Bodas de Plata; o las de Oro, al cabo de 50 años de matrimonio, que si Dios nos ha
dado la vida hasta esa fecha, estaremos tan achacosos y sordos que la
celebración la tendrán que preparar nuestros niestos. Así que el aniversario
del matrimonio se puede hacer cada año, no importa la cifra que celebres. ¿Podríamos imitar a esas jóvenes parejas
en el matrimonio que incluso celebran el “cumplemes”…..? Qué dulces!
Para preparar
la celebración del aniversario de nuestro matrimonio, si nos hemos casado por
la Iglesia y en la Iglesia, podríamos hablarlo con el párroco o rector de la
iglesia donde queramos celebrarlo y proponerle que sea dentro de una misa
parroquial. Estaremos a lo que él nos diga. Si es dentro de una misa
parroquial, probablemente no estorbaremos los horarios del culto habitual de la iglesia. En esa
ocasión, además de revivir el día de nuestra boda y vivir la santa misa, que
siempre es generadora de gracias, lo compartiremos con otras personas, será un
testimonio público del Gran Sacramento y resultará un bien para todos los
fieles que participen en aquella misa. Dar testimonio del amor conyugal vivido
de cara a Dios es dar un ejemplo sano y santo. Es, en definitiva, hacer apostolado
de la institución matrimonial. Claro está! Que una celebración privada es
siempre más entrañable y tiene ese toque propio y familiar pero
desaprovecharíamos la ocasión de hacerlo común a otras personas más allá de
nuestros familiares que ya nos conocen sobradamente. Y después… a brindar con cava o con
gaseosa… como más nos guste, sin tirar la casa por la ventana, para
que, por muchos años, podamos volver a celebrar un nuevo aniversario.