El Matrimonio, entendido éste como
el negocio más importante que tenemos entre manos los casados, requiere a cada
momento arrimar el hombro, poniendo empeño, corazón y alma para sacarlo
adelante. No es de recibo no trabajar en este asunto porque parezca que todo vaya bien,
no vale tampoco esperar a que el otro haga más que tú, porque tú no eres el que
lleva las cuentas de este negocio, pues quien las lleva es Dios.
Así que con paciencia y una
sonrisa espectacular de esas que parece que te hayan operado el rictus (cosa que
está muy en boga en el lejano Oriente) hay que tirar del Matrimonio. Y además de ello, hemos de hacer promoción, es decir, hemos de hacer proselitismo del Matrimonio, explicando primero cada uno el suyo, en cualquier ocasión... los años que fuisteis novios
y ahora casados, y os dirán cosas curiosas. Quizá, que sois una raza en extinción, como
queriendo decir de forma cariñosa que son pocas las parejas que llevan tantos
años juntos y casados. Se trata de un proselitismo positivo y no
discriminatorio, pues nadie mejor que tú puede hablar y explicar tu Matrimonio.
Con estas explicaciones ayudaremos a las personas que nos rodean, o que conocemos,
o que entablamos conversación de forma circunstancial, y aunque nos vean como
una rare avis, lo que realmente es
importante es que Dios esté contento, pues estamos en tierra de misión.
En el cuadro, santo Tomás Moro y su segunda esposa Alice
En el cuadro, santo Tomás Moro y su segunda esposa Alice