Amarás al prójimo como a ti mismo, pero ¿quién es
nuestro prójimo? Para los casados, es nuestro cónyuge, sin más. Pues el más
cercano a nosotras es nuestro marido, y la más cercana a ellos es la esposa. Esto hay que
tenerlo claro para errar lo menos posible, pues la vida es complicada, y el matrimonio
de cada uno es como un pueblo pequeñito en medio de un mapa enorme que es la
humanidad.
Y a pesar de estar tan cerca, a veces no nos
entendemos pues hombres y mujeres tenemos un lenguaje de comunicación distinto.
Vemos que él siempre es inocente de todo, y para no herir no hay que
demostrarle que es culpable, pues no suele hacer las cosas con mala intención.
Un millón de veces dices, y un millón de veces tienes que hacer un “reset” para
evitar el bloqueo de tu sistema neuronal. Los ves como si se hubieran puesto
las zapillas en la cabeza y en el ánimo, pues los ves que van a otro ritmo y
entra la desesperación por el aprovechamiento del tiempo por igual. Sin embargo
no hay que ofenderse de nada, lo mejor es decir las cosas con calma y no estar
amenazando “Horita…te vas a enterar!!”. Somos diferentes y ¡Viva la diferencia!
En este sentido, la Revista Portafolio
de Colombia publicó recientemente el siguiente manifiesto de los hombres y esta
es la forma de cómo los hombres se ven así mismos y cómo perciben a las mujeres
cuando se comunican con ellas. Veamos unas situaciones habituales y unas
conclusiones muy pero que muy masculinas:
Las indirectas sutiles no
funcionan. Las indirectas directas tampoco. Las indirectas muy obvias menos. Si
quieres algo, solo pídelo.
Si te pido que me pases el pan
solo quiero decir eso. No te estoy reprochando que no esté puesto. No hay
segundas intenciones ni retorcimientos.
Acude a mí con un problema solo si
quieres ayuda para resolverlo. No me pidas empatía como si fuera una de tus
amigas.
Repuestas sencillas como un sí o
no, son perfectamente aceptables para cualquier pregunta.
A veces no estoy pensando en ti y
no me preguntes en qué estoy pensando, a menos que quieras hablar de temas como
política, economía, fútbol o carros deportivos.
Cuando tengamos que ir a alguna
parte, absolutamente cualquier cosa que te pongas está bien. De verdad.
Si algo que dije se puede
interpretar de dos formas distintas, y una de ellas hace que te entristezcas o
te enojes, mi intención era decir la otra.
Si piensas que estás gorda, muy
probablemente sea cierto. No preguntes. Me negaré a responder.
La mayoría de los hombres tenemos
tres pares de zapatos. ¿Qué te hace pensar que sirvo para decidir cuál par de
los 30 que tienes te va mejor?
Si te pregunto si pasa algo malo y
tu respuesta es “nada”, te creeré y reaccionaré como si nada malo pasara.
Regla genérica, ante cualquier
duda sobre nosotros, piensa lo más sencillo. No le des tantas vueltas. Somos
simples.
Ir de compras no es divertido, y
no, nunca voy a considerarlo de esa manera.
En definitiva, para entender este
galimatías hay que añadirle mucho amor y entrega, o ¿no?
Gracias Mireya por tu aportación
al blog