Inmaculada tú Virgen María,
Cándido huerto, celestial princesa
Mirada por la luz de la promesa,
Morena por el sol de la alegría.
¿Qué arroyo te ha enseñado la armonía
De tu paso sencillo, qué promesa
De vuelo arrepentido y nieve ilesa
Junta tus manos en el alba fría?
¿Qué viento turba el monte y le conmueve?
Canta su gozo el alba desposada,
Calma su angustia el mar antiguo y bueno;
La Virgen a mirarle no se atreve,
Y el vuelo de su voz arrodillada
Canta al Señor que llora sobre el heno. Amén
Autor, Luis Rosales. Fuente, EMD Magnificat núm. 121, diciembre 2013