Cuando
se reúne la familia en estos días de Nochebuena y Navidad, y otros más… las que
cocinamos hemos de pensar que puedan disfrutar todos los comensales. En el caso
de hoy vamos hacer un menú, sin proteína de leche, ni ácido láctico (que está
en todos los embutidos) ni lactosa. Los que sufren este tipo de alergias sufren
mucho y si en cualquier alimento hay algún producto de estos, no se van
encontrar bien hasta después de la Epifanía. Tampoco añadiremos sal a nada, para que
los hipertensos no sufran una subida de la tensión y tengamos que ir de
urgencias a un hospital. Y los que puedan tomar sal, pueden añadirla a su
plato, y listos!. Además muchas cosas tienen su sal propia y será más que
suficiente para el contraste de sabores.
Todo esto
significa que vamos a cocinar, no vamos comprar apenas nada preparado. Os propongo lo
siguiente.
El
aperitivo: virutas de jamón de bellota, aceitunas al gusto, rollitos de salmón
ahumado con huevo hilado y patatas paja fritas (menos para los hipertensos). Lo
acompañaría de un cóctel de cava y zumo de piña.
El
primer plato será una buena sopa de “galets”, es decir vamos a hacer un caldo a
la catalana con: pollo (un muslo y una carcasa), un trozo de gallina, un hueso
de ternera, preferentemente de la rodilla, y un trocito de panceta fresca.
Aunque estaría muy rico, no añadiremos ni huesos de jamón, ni salados, ni
embutidos. Muy importante son las
verduras: col, patata, zanahoria, nabo, puerro, apio y cebolla. Podríamos hacer
una “pilota”, es decir una bola de carne picada, a la cual le añadiremos un
huevo, perejil y pimienta (como si fuera un stick tártar) y después le daríamos
forma con un poco de harina, y la coceríamos aparte con un poco de caldo; hay
quien lo cuece en el mismo caldo. También se pueden hacer bolitas del tamaño de
unas canicas. Una vez hecho el caldo, bien colado y filtrado, se cuece la
pasta, preferentemente “galets”, es decir “tiburones”. Antes de servir se
añaden a la sopera las bolitas de carne o la “pilota troceada.
El
segundo plato es majestuoso, pero dependerá del tamaño del horno y del número
de comensales. Os propongo un “Capón” relleno. Aparte de tener un capón entero
y limpio, hay que preparar el relleno. En una sartén se rehogan con un poco de
cebolla triturada, tacos de jamón, los higadillos troceados del pollo y del
propio capón, unas salchichas tipo Frankfurt que venden sin lactosas, ciruelas,
piñones y una trufa!!. Esto se le mete al capón y se cose la obertura. Alerta !!
Con la aguja y el hilo que usáis, la piel del capón es muy dura. Se pone el
capón en una cazuela de aluminio con tapa para horno. Se frota el bicho con
grasa de cerdo, se le pone pimienta y unos rollitos de de hierbas aromáticas;
por último un buen chorro de coñac de cocina y un chorro de aceite del mejor.
El horno ha de estar potente, y hacerlo
con tiempo, pues para hacerse bien, hay que calcular una hora de reloj por
kilo, así, si el bicho hace 4 Kg. 400 grs, necesita 4 horas y media de horno
desde que entra en el horno. A las dos horas de cocer, le añadís unas manzanas
de invierno y algunos tomates troceados, y lo destapáis. Vigilar mucho en no
quemarse cuando vayáis a echarle el jugo
por encima. Los últimos diez minutos han de servir para que se dore un poquito
con el gratinador. Sería interesante hacerlo el día antes, el rustido estará
reposado y será exquisito.
Para los
postres, después de lo anterior, se requiere unos sorbetes ligeros. He visto algunas marcas que no
tienen ni lactosas ni leche. Y por último los dulces de Navidad, los de
convento son muy digestivos. No os sugiero ni los cavas ni los vinos, pues lo
dejaremos para el somelier de la familia.
De todo
corazón os deseo una felicísima Navidad, en compañía de vuestra familia, mucha
o poca, que nadie esté solo, recoged a aquel familiar –que aunque huraño o no-
es un hijo de Dios. Y nosotras, que ¡la Virgen Santísima nos
ampare! pues nos vamos a poner de los nervios con tanto trabajo, pero
después tendremos la satisfacción de ver a nuestra familia tan feliz que
realmente habrá valido la pena tanto esfuerzo.