Es un cuento para
escuchar y luego reflexionar pues la imaginación se transporta de forma
bellísima por los montes, los mares y las montañas pero en el entorno de la
vida, pasión y cruz de Nuestro Señor Jesucristo. A mi me lo leyeron en una
charla de amigas, y todas quedamos impactadas. Es un cuento que también pueden
escuchar los niños que ya lean cuentos, hasta los más mayores o mayorísimos de la casa. No se conoce su
autor de forma nítida, pero ha dado pie a la reflexión durante siglos, pues lo
que sí se sabe es que es antiguo.
Y como estamos en
Cuaresma, en un plan apostólico, también se puede organizar una merienda
caprichosa, y la que tenga mejor voz o entonación que lo lea. Ya veréis que
buen debate se produce.
“Había una vez tres árboles en una colina de un
bosque. Hablaban acerca de sus sueños y esperanzas. El primero dijo:
"Algún día seré un cofre de tesoros. Estaré lleno de oro, plata y piedras
preciosas. Estaré decorado con labrados artísticos y tallados finos; todos
verán mi belleza". El segundo árbol dijo, "Algún día seré una
poderosa embarcación. Llevare los más grandes reyes y reinas a través de los
océanos, e iré a todos los rincones del mundo. Todos se sentirán seguros
por mi fortaleza, fuerza y mi poderoso casco". Finalmente el tercer
árbol dijo: " Yo quiero crecer para ser el más recto y grande de todos los
árboles en el bosque. La gente me verá en la cima de la colina, mirará mis
poderosas ramas y pensaran en el Dios de los cielos, y cuan cerca estoy de alcanzarlo.
Seré el más grande árbol de todos los tiempos y la gente siempre me recordará".
Después de unos años de que los
árboles se hablaron contándose sus sueños y a la espera de que estos se
convirtiesen en realidad, un grupo de leñadores vino donde estaban los árboles. Cuando
uno vió al primer árbol dijo: "Este parece un árbol fuerte, creo que
podría vender su madera a un carpintero", y comenzó a cortarlo. El árbol
estaba muy feliz debido a que sabía que el carpintero podría convertirlo en un
cofre para tesoros. El otro leñador, mientras observaba al segundo árbol dijo:
"Parece un árbol fuerte, creo que lo podré vender al carpintero del
puerto". El segundo árbol se puso muy feliz porque sabía que estaba
en camino a convertirse en una poderosa embarcación. El ultimo leñador se
acercó al tercer árbol; este estaba muy asustado, pues sabía que si lo
cortaban, su sueño nunca se volvería realidad, al no poder crecer más. El
leñador dijo entonces: "No
necesito nada especial del árbol que corte, así que tomaré éste". Y
cortó al tercer árbol.
Cuando el primer árbol llegó donde el carpintero, fue convertido en un cajón de comida para animales, fue puesto en un portal y llenado con paja. Se sintió muy mal, pues eso no era por lo que tanto había soñado. El segundo árbol fue cortado y convertido en una pequeña balsa de pesca, ni siquiera lo suficientemente grande para navegar en el mar, y fue puesto en un lago. Y vio como sus sueños de ser una gran embarcación cargando reyes había llegado a su final. El tercer árbol fue cortado en largas y pesadas tablas y dejado en la oscuridad de una bodega. Años más tarde, los árboles olvidaron sus sueños y esperanzas de las que tanto habían hablado y soñado.
Entonces un día un hombre y una
mujer llegaron al portal. Ella dio a luz un niño, y lo colocó en
la paja que había dentro del cajón en que fue transformado el primer árbol. El
hombre deseaba haber podido tener una cuna para su bebé, pero este cajón
debería serlo. El árbol sintió la importancia de este acontecimiento y supo
que había contenido el más grande tesoro de la historia. Años más tarde,
un grupo de hombres entraron en la balsa en la cual habían convertido al
segundo árbol. Uno de ellos estaba cansado y se durmió en la barca. Mientras
ellos estaban en el agua una gran tormenta se desató y el árbol pensó que no
sería lo suficientemente fuerte para salvar a los hombres. Los hombres
despertaron al que dormía, éste se levantó y dijo con voz potente: “¡Calma!
Quédate quieto", y la tormenta y las olas se detuvieron. En ese
momento el segundo árbol se dio cuenta de que había llevado al Rey de Reyes y
Señor de Señores. Finalmente, un tiempo después alguien vino y tomó al
tercer árbol convertido en tablas.
Fue cargado por las calles al mismo tiempo que la gente escupía, insultaba y golpeaba al Hombre que lo cargaba. Se detuvieron en una pequeña colina y el Hombre fue clavado al árbol y levantado para morir en la cima de la colina. Cuando llegó el domingo, el tercer árbol se dio cuenta de que él fue lo suficientemente fuerte para permanecer erguido en la cima de la colina, y estar tan cerca de Dios como nunca, porque Jesús había sido crucificado en él. Y desde ese momento, la gente siempre lo iba a recordar.”