En la santa misa dominical de ayer,
resonaban las palabras del profeta Isaías referidas a que Dios Padre nunca se
olvida de nosotros. Y pone como ejemplo, para que le entendamos, a una madre
que habiendo llevado a su hijo en sus entrañas, no actúa como una madre
maternal, en la creencia que parece imposible que una madre no pueda ser de
otra manera, sin embargo aunque una madre se olvide de su hijo, y aún así,
Isaías nos dice que Dios jamás se olvida
de ti.
Esas palabras que fueron escritas
hace miles de años, sorprende que sigan siendo actuales, pues los cambios
trepidantes de nuestro tiempo presente nos hacen creer muchas veces que lo que fue
escrito hace tantísimo tiempo, se quede en el pasado, y forme parte de un
sentimentalismo ingenuo, lleno de nostalgia.
Sin embargo, Isaías no fue
solamente un profeta de Israel, fue un hombre emparentado con la casa real de
su tiempo, que había nacido en Jerusalén hacia el año 770 aprox. antes de Cristo,
estuvo casado y tuvo dos hijos. Isaías, además, fue un firme
opositor a la política de alianza de los reyes de Judá con los imperios, pero
lo más importante es que llamó a confiar en la alianza con Dios. Así, Isaías fue instrumento de
Dios para decir y escribir lo que Dios quiso revelar de si mismo, entendiendo
los exegetas que la visión de Isaías fue mesiánica.
Por ello sus palabras no son antiguas,
es el mismo Dios quien nos dice ayer, antes y hoy, que Él nunca se olvida de nosotros.
En cambio ¿Cuántas madres se olvidan de sus hijos, en sus propias entrañas?
¿Cuántas madres desde entonces realmente han desechado a ese hijo y
voluntariamente se han puesto en manos de abortistas y criminales sin
escrúpulos? A pesar de de tanto horror, jamás, ni una vez, Dios se olvida de ti, ni de mí.
*Sión
decía: <<El Señor me abandonó, mi Señor se ha olvidado de mí>> ¿Se
olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas?
¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!
Libro del profeta Isaías 49,
14-15.
Sexto domingo del tiempo ordinario