El Matrimonio duradero da salud a
los cónyuges, a sus hijos, a toda la familia, y revierte en el bien común de la sociedad. En la
complementariedad que existe, o debería existir, en el Matrimonio se desarrolla
un crecimiento individual y, a la vez, compartido que favorece la prolongación
de la vida de cada uno de los dos cónyuges, insisto, de los dos, pues
entendemos que el Matrimonio se establece entre dos personas, una mujer y un varón.
Huelga decir que no hablamos de matrimonios poligámicos. En esta simbiosis,
fusión y unión, los Matrimonios se hacen longevos, tanto que cuando uno de los
dos fallece pueda darse el caso que el que sobrevive no lo esté por mucho
tiempo, pues el uno sin el otro no puede sobrevivir, como algo natural.
Así lo hemos leído en una noticia publicada
en Religión y Libertad que nos ha llevado a confirmar,
nuevamente, lo que las estadísticas, los estudios, y los estudiosos nos han
dicho muchas veces, pero que a los divorcistas les cuesta mucho creerlo.