¡Qué sufridores son algunos
maridos! sin dejar de menospreciar lo que sufrimos muchas esposas con las cosas
de ellos. Sin embargo la complementariedad entre las unas y los otros es lo que
hace perdurar la madurez matrimonial.

¿Y ellos?, ¿De qué cosas, sufren
por nosotras? Hay tantos ejemplos, que se me hace difícil empezar ni tan
siquiera una lista de aproximación. Sin embargo, puedo poner un ejemplo.
Imaginaros que a pesar de los años, a ti te gusta el ballet, (o las
Sevillanas…) y además, a pesar de los años, te has vuelto a poner el maillot y
las zapatillas de media punta, y recibes clases. Llegado el fin de curso
lectivo escolar, también hay festival de
fin de curso de ballet (o de Sevillanas). Y como pintas canas, actúas de
presentadora del acto, ataviada para la ocasión como si se tratara de un evento
que proyección televisiva. Ahí estás tú, en tu momento estelar, presentando el
acto, y saliendo al escenario en varias ocasiones. Y, por esos escasos minutos
magníficos de gloria, tu marido, paciente entre los pacientes, ha de tragarse
todo un festival de niñas y jóvenes bailando para que sus papás estén contentos
y ellas se preparen para un futuro profesional, más o menos inmediato. Él
pensará que es un rollo morrocotudo, primero porque no le gusta el ballet ni
las sevillanas, segundo porque ninguna de las niñas ni jóvenes son de la
familia, y tercero, porque él ya te ha acompañado a diversos teatros a ver
ballet y está ciertamente saturado. Sin embargo, llegó al teatro puntualmente,
aparcó el coche en buen sitio, el coche no se lo llevó la grúa y además fue muy
objetivo a la hora de aplaudirte. Por ende, volvisteis a casa juntos, muy
contentos.
En fin, ellos y nosotras somos
sufrientes, siempre hacemos algo, o nos gusta algo, que el otro soporta por
amor. Estas cosas son realmente actos de amor, que no han de cambiarse por
nada, pero que es necesario recordarlos para seguir haciéndolos y alimentar de
amor día a día el Matrimonio.