A veces vamos con el velocímetro al rojo vivo. Queremos
llevar a término todo lo que nos proponemos, y además, rápido, corriendo y
hasta dando brincos. En esas velocidades nos da la sensación que alguien nos
mira. Habíamos salido de casa después de una hora de trabajo doméstico muy intenso.
Ni que decir tiene que la madre que ejerce un trabajo profesional ha de multiplicarse
en las tareas y en cómo organizarlas, dejando tiempo y ánimo para la
improvisación. Porque … cuando amanece un hijo con fiebre, ¿Qué haremos? –
Piensas, menos mal que llamé ayer por la
noche a mis suegros y se van hacer cargo. Pero se da el caso que el abuelo está
jubilado y abuela no, así que hay otra mujer en el panorama familiar que por la
noche ya estaba reorganizando su vida, improvisadamente, para tener el nieto en
casa, e irse a trabajar… pero esa abuela, al salir a la calle temprano, ya no va
rápido, ni corre, ni da brincos, ni le da la sensación que alguien la está mirando
pues la experiencia y la madurez son un grado de capitán general, más o menos. Piensas menos mal que ha servido lo que has vivido, como mínimo para poner todo tu
empeño en organizarte muy bien con la agenda, pero con mucha dulzura para saber
mover las anotaciones con total improvisación.
A todas nos ha pasado ir como locas y darte cuenta que, realmente, a veces te ha pasado que, en toda esa movida matinal, ni te enteras de qué
par de zapatos te has puesto, y la sensación de que te están mirando al salir a la calle es
cierta.
Por fin, has llegado al metro para ir a tu trabajo y te has parado. De repente, te has dado cuenta de que llevas un zapato en cada pie, claro! pero de diferente modelo, qué rubor, qué vergüenza, y qué ganas de romperte a reír. Y al llegar a tu destino, el ataque de risa ante tal curiosidad, alegró la mañana, a veces árida por los temas que se tratan, pero llena de comicidad ante tal cambio de tendencia en zapatería. Es decir, has iniciado una nueva moda, sobre todo vintage, para aprovechar al máximo los zapatos que no estén demasiado viejos....o quizá para rescatar aquellos maravillosos que te pusiste una sola vez, el día de tu boda, con los que podrías inventar una nueva combinación!
Por fin, has llegado al metro para ir a tu trabajo y te has parado. De repente, te has dado cuenta de que llevas un zapato en cada pie, claro! pero de diferente modelo, qué rubor, qué vergüenza, y qué ganas de romperte a reír. Y al llegar a tu destino, el ataque de risa ante tal curiosidad, alegró la mañana, a veces árida por los temas que se tratan, pero llena de comicidad ante tal cambio de tendencia en zapatería. Es decir, has iniciado una nueva moda, sobre todo vintage, para aprovechar al máximo los zapatos que no estén demasiado viejos....o quizá para rescatar aquellos maravillosos que te pusiste una sola vez, el día de tu boda, con los que podrías inventar una nueva combinación!