Se inició el mes de noviembre para
los cristianos con la celebración de la solemnidad de Todos los Santos, fiesta en
la que la Iglesia católica invoca a todas las almas que gozan ya de la visión
beatifica de Dios, cuyos nombres, en su inmensa mayoría, no conocemos. Se trata
de aquellas personas cuya vida terrenal ha sido heroica y santa a los ojos de
Dios. A continuación, se ha conmemorado el día de los Fieles Difuntos, dando paso
a todo un mes de noviembre en el que la Iglesia propone rezar por todas las
almas del purgatorio, es decir, por la Iglesia purgante. Pues el purgatorio
existe, al igual que existe el cielo y el infierno.
En el purgatorio, el alma ya ha
pasado el juicio particular con Dios y ha de purificarse antes de llegar a la
contemplación absoluta con Él. Y en ese estado, las almas necesitan de nuestra
oración para que se acelere la purificación. Pero como no sabemos si por quien
rezamos ya ha purgado lo suficiente, Dios aplicará nuestra oración a las almas
que lo necesiten. Y éstas a veces se manifiestan a los vivos adquiriendo formas
sorprendentes y llamativas, constatando su existencia y su estado purgante.
Tanto es así que en Roma, en el
siglo XIX, se construyó la Iglesia del Sagrado Corazón de las Almas del Purgatorio.
Allí se puede visitar un pequeño museo de objetos que fueron marcados con fuego
por almas del purgatorio. Y fue con fuego porque el fuego purifica. En las
señales dejaron sus nombres u otros detalles de su persona y la fecha,
encargando oraciones, es decir, sufragios, a personas determinadas que en
aquellas fechas estaban vivas. Hay documentos, cartas, billetes de banco,
hábitos y otras cosas. Son curiosidades que no son cuestiones de fe, y que cada
uno crea lo quiera, pero que no se han de despreciar en ningún caso.
En contrapartida, las fiestas
paganas han crecido de forma exorbitada invocando a los muertos vivientes, a
los espíritus satánicos o a jugar a no se sabe qué con el fin de dar miedo.
Pero no es bueno jugar con los espíritus ni buenos ni malos. A los espíritus se
les ha de dejar en paz, además son actividades que nos alejan de Dios. Lo
mejor, y de buen rollo, es rezar por los familiares que nos premurieron, quizá
nuestro esposo o esposa, según el caso, los padres, hijos, hermanos o hermanas,
abuelos o abuelas, y también por los amigos, colegas, vecinos… y esto sí que es
bueno. Además, una vez en el cielo intercederán por nosotros.
* Las fotos son de la Iglesia del
Sagrado Corazón de las Almas del Purgatorio, y su museo, en Roma.