El
patrón de los enamorados está atribuido a san Valentín, un sacerdote que casaba
en secreto cuando el emperador Claudio II, gobernaba el Imperio Romano. Claudio II prohibió el enlace matrimonial a los varones jóvenes pues el emperador creía que los jóvenes casados dejaban de ser buenos soldados. Pero san Valentín se rebeló contra el
decreto. Así que finalmente murió martirizado el 14 de febrero del año
270.
Al
margen del carnaval, fiesta pagana por antonomasia, hoy día de san Valentín podemos celebrar con la
persona que amamos un día muy especial y encomendarnos una vez más al santo
patrón para que proteja nuestro matrimonio. Y si se trata de novios, para que proteja el noviazgo, y les ayude a saber esperar al día de la entrega y el
compromiso total para toda la vida, el día de su boda.
Ciertamente
eso de esperar… es difícil pues se pone a prueba un esfuerzo importante de
templanza. Y es difícil porque las pasiones humanas nos tiran la ropa para
abajo, se nos ciega la mente y se pierde la baza. Y esperar controlando las pasiones, es ya
una escuela de otras esperas que se producirán más tarde en el matrimonio. En una larga
vida matrimonial pueden producirse muchas esperas debido a enfermedades,
a embarazos sin apetencia, a pos partos difíciles, a viajes largos de alguno de
los dos cónyuges, a problemas familiares que generan desánimos y también inapetencias,
etc. Si antes del matrimonio se han puesto en práctica las esperas,
cuando debas esperar en el matrimonio sabrás lo qué es y aunque sea duro te sobrepondrás. Y en
la madurez matrimonial, a veces la espera es ya un estado permanente
para uno de los cónyuges, entonces el ejercicio de la templanza es de señorío.
*En la foto, las reliquias de san Valentín en la iglesia de los Padres Carmelitas, en Dublín (Irlanda)