
En esta ambientación, llena de
contrastes, lo que salvará la situación son las familias del pueblo. Uno a uno,
ellos y ellas, con buen humor y sin demasiadas objeciones, traman un plan para alcanzar
su fin. Las esposas de los pescadores, o sus viudas, asumen funciones cada una
según sus conocimientos y capacidades, no en vano allí lejos de la gran ciudad,
la mujer sabe coser y cocinar lo suficiente como para sacar de apuros cualquier
situación que requiera el protagonismo doméstico. El reciclaje de objetos es de
una maestría excelente, pues no hay dinero para ingeniarse las cosas de otra
manera. Y los jóvenes son la esperanza de que la familia continúe, como ha sido
siempre, también en el film.
Así que la película La gran
seducción (Canadá, 2013) es una comedia muy recomendable, incluso los pocos
suspiros de amor que se oyen en la noche marinera, despiertan una dulce sonrisa
en el espectador.