No me he
sentido identificada con ninguno de los slogans que se han voceado por las
calles de España (y probablemente de otros países) pues hombre y mujer no
somos iguales, ni tampoco puede ser la igualdad nuestra aspiración. Los hombres
y las mujeres legítimamente y en su condición han de aspirar a lo que les
corresponde. Es una falacia luchar por la igualdad, pues solo seremos iguales cuando
seamos hermafroditas. La mujer ha de saber defender sus derechos económicos,
sociales, familiares, religiosos, al margen de las luchas y abusos masculinos. El
territorio comanche no es el hombre. Tampoco es nuestro enemigo. La
mujer ha de crecer y protegerse en medio del mundo y hacerse respetar por ser
mujer misma, y no por querer superar al hombre.
Con
este ánimo y también con el de ir contracorriente, he inaugurado una nueva página,
Carta Pastoral sobre la Mujer, como homenaje a la mujer en este Día
Internacional del 8 de marzo de 2015.