Con la esperanza de que suban de
nuevo las temperaturas, lleguen las noticias del buen tiempo, entendido éste
como tiempo soleado, cálido o caluroso, nos llenaremos de ilusiones para hacer
una salidita en la
próxima Semana Santa. Hay muchos destinos y ofertas donde
poder elegir y realmente sin necesidad de gastar mucho dinero. También tenemos
toda la moda de primavera y verano en casi todos las tiendas y centros
comerciales, ofreciendo el abanico de colores que para esta temporada va estar
más de moda, el azul sobre todo!. Pero no hemos de olvidar que para los
católicos seguimos en Cuaresma. Hoy acabamos la III semana de Cuaresma y esas
emociones e ilusiones no nos han de apartar del tiempo fuerte de recogimiento y
de lucha interior de estas semanas. Un tiempo para seguir con pequeños actos de
amor ofrecidos al Señor. Es un tiempo donde nos recomiendan hacer un buen
examen de conciencia para luego manifestar nuestro arrepentimiento y
confesarnos, en un confesionario, y recibir la absolución.
El examen de conciencia es algo
muy importante. Dios nuestro lo sabe todo y sabe más allá de nosotros mismos la
intención que pusimos al cometer aquel o aquellos pecados. Por eso a la hora de
confesarnos llanamente lo diremos todo. Después de la absolución nos sentiremos
libres y limpios. Es una sensación real, patente en el rostro y en la sonrisa. Y si se hace
con asiduidad, resultará una cura de belleza. Es una invitación individual para todos los miembros de la familia, desde los más mayores hasta los más pequeños que hayan hecho la primera comunión. Y vale también para todas y todos que hace muchos o muchísimos años que no han pasado por el confesionario.
No es nada nuevo que el cristiano
se examine de sus actos, de sus omisiones o de sus pensamientos. Siempre hay
algo que no cuadra con el amor de Dios. Por ello se suele facilitar una
relación de preguntas genéricas que nos van ayudar a ir a lo concreto. En casi
todos los libritos de oraciones hay un Examen de Conciencia. En ocasiones nos
podemos sentir bloqueados porqué creamos que somos buenos y que con ello es
suficiente. Por eso, lo mejor (como he dicho otras veces) es consultar con un
sacerdote católico para saber qué hay que hacer para confesarse.
Así que no es incompatible llenar
de colores y flores el armario ropero (y luego la maleta) y confesarse, pues somos hombres y
mujeres en medio del mundo que tenemos sed de Dios!. En definitiva, en la maleta
también podemos poner el examen de conciencia.