Los suegros son una institución
familiar importante para el matrimonio de nuestros hijos. Pero, los suegros
pueden ser un baluarte, un apoyo o un bien en general para ellos; o convertirse
en un obstáculo tremendo para la armonía matrimonial. En las relaciones entre
yernos o nueras con los suegros se presentan todo tipo de situaciones que se
han de saber gestionar desde el primer momento, desde el mismo instante del
anuncio de la boda, o incluso en el noviazgo.
En los preparativos de la boda,
quizá tú querrías hacer las cosas de otra manera, o bien querrías participar en
algo o en algo más, pero ¡alerta! se invade el territorio contrario. La mayoría
de las veces se hace de muy buena fe, es decir porque los quieres, tanto al
hijo como a la futura nuera, o a la hija como al futuro yerno. Sin embargo, vas
metiendo la pata y creando desasidos. Entonces, hay que llegar a la conclusión
rápidamente (bien por la propia inteligencia o bien por la mala experiencia
vivida) que lo que da resultado es mantenerse al margen de las decisiones de
los hijos, salvo que pidan consejo. Por otro lado, es muy recomendable estar siempre
disponibles. Unos hijos serán más apegados, otros más desprendidos, da igual, pero,
al casarse, los dos esposos son una sola
carne y no es lo mismo que el hijo o la hija que tenías en casa.
Estas reflexiones me sorprendían
en la cabeza, cuando mi marido y yo veíamos sentados en el sofá de casa la
película francesa ¡Dios mío! Pero qué te
hemos hecho (2014). Nos reímos muchísimo y nos sentimos solidarios con
aquellos padres que habían casado a sus cuatro bellas hijas. Los yernos eran
totalmente diferentes en sus creencias, en sus costumbres y en sus orígenes,
cosa que en los tiempos actuales es algo corriente. El contraste entre los
yernos resultaba explosivo y chocante y ahí los padres de las hijas intentaban
hacer lo posible para que no se produjera ningún cataclismo familiar. Sin
embargo no siempre las soluciones de los padres eran efectivas, en el sentido
de ser efectivas para conseguir la paz familiar o paliar los disgustos.
¡Dios mío! Pero qué te hemos hecho es una película apta, muy
amena, taquillera, para pasar un buen rato en…. familia.