El
presidente de Rusia, Sr. Putin, considera que la familia está formada de padre,
madre e hijos. Esta definición de familia la proyecta a la nación rusa de tal
manera que el presidente está promoviendo el aumento de la natalidad por todo
el país. Y no es baladí, pues el descenso de nacimientos en la década de los
años noventa del siglo pasado, también en Rusia está produciendo en el presente
el envejecimiento de la
población. Por ese motivo, el Sr. Putin está animando a todos
sus ciudadanos que participen de este proyecto, concediendo ayudas a los
padres, entre otras cosas.
En ese
sentido, hemos observado en nuestros días de vacaciones en St. Petesburgo, ciudad
situada al norte de Rusia, que los enlaces matrimoniales han aumentado, no
resultando extraño que en los jardines de los grandes palacios de los zares,
dentro y fuera de la ciudad o en lugares emblemáticos, se vea a muchas parejas
de recién casados paseando y posando para el fotógrafo, tanto durante el fin de
semana como entre semana. Y no se trata de una casualidad, sino que es la
consecuencia visible de un renacer de la familia, entendida como núcleo natural
de la humanidad, y además con gran contenido patriótico. En efecto, en St. Petesburgo
no dicen que viven seis millones de habitantes aproximadamente, pues esa cifra no la han alcanzado todavía, sino
que están cerca de alcanzarla:
“Ojala St.
Petesburgo pueda celebrar el año que viene que ya seamos seis millones de
ciudadanos rusos”. Así que en esta breve estancia en esa monumental ciudad,
nos hemos congratulado al saber que el matrimonio está en alza y la vida
también.
Y ¿qué
les ocurre a los novios en esos jardines? Resulta que además de los fotógrafos,
acompañan a los novios los invitados (o parte de ellos) y se les ve feliz junto
a un séquito de personas vestidas de fiesta que, sorprendentemente en un
momento dado, gritan ¡gorca! ¡gorca! ¡gorca!
y bajo los gritos, los novios se besan intensamente. Nos explicaron que el
grito de ¡gorca! significa amargo y les hace presente que si ese primer
beso ahora es dulce, también habrá besos amargos, pues en el nuevo camino, que
juntos acaban de iniciar, vivirán momentos dulces y amargos, tal cual es la
vida matrimonial en todas partes del mundo.