En la misa del domingo, XXI del
tiempo ordinario, nuevamente se leyó el capítulo 5 de la carta a los Efesios de
san Pablo, un texto dedicado al matrimonio cuya lectura no debe fragmentarse
porque en su conjunto tiene un sentido más amplio y completo del que mucha
gente cree.
¿Sumisa la esposa al marido?
Leamos qué dice san Pablo:
21 Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo.
22 Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor.
23 Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo
es cabeza y salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo.
24 Así como la iglesia se somete a Cristo, también las
esposas deben someterse a sus esposos en todo.
26 para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua
mediante la palabra,
27 para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante,
sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable.
28 Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su
propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo,
29 pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al
contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia,
30 porque somos miembros de su cuerpo.
31 «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo.»
32 Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a
la iglesia.
33 En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su
esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo.”
Aquí san Pablo no se refiere al
sometimiento por medio del miedo, de la ignominia de la violación o de la
agresión, aquí san Pablo se dirige a los habitantes de Efeso (ciudad de Turquía,
en la costa mediterránea) y les habla de la sumisión por el amor. Es más, se
dirige al marido, al hombre, muy directamente y le dice que ame a su esposa
como Cristo ama a la
Iglesia. Y recordemos que Cristo se entregó completamente en
la pasión y la cruz, sin dejarse nada para Él y lo hizo por amor al Padre y de
ese modo a su Iglesia.
Por lo tanto en estos momentos en
los que la violencia ejercida en el ámbito doméstico y sentimental está generando
crímenes sin razón ninguna para disculparlos, sobre mujeres –en su mayoría- y
niños y bebés, recordemos a san Pablo que habla al hombre pidiéndole que
entregue su vida por su esposa. Ahí está el quid de la cuestión, que el hombre
ame a su esposa como no hay nada en este mundo.