La imaginación cuando la
manifestamos con actos de amor puede costar verdaderamente poco a nivel
material y resultar un regalo de gran dimensiones, pues no siempre hemos de
estar esperando que nuestro marido nos obsequie con anillos de brillantes y brazaletes de
oro. Mi compañera de mesa de trabajo es un ejemplo,
mejor dicho, ella y su marido. Acumulan once años de matrimonio y dos hijos
varones. Los dos trabajan mucho pero a lo largo del día siempre procuran un
momentito para comunicarse, se envían guatsaps
o se llaman por teléfono. Mantienen el calor de la llama del amor y vivo el enamoramiento de otro tiempo, se tratan con respecto y se
ayudan mutuamente, viviendo un estado “mejor
que de novios” como decía el profesor Tomás Melendo. Uno de esos detalles
fue una foto por guatsap que él le envió a ella, y que ella quiso
compartir conmigo.
Vemos la sencillez de la escena:
un refresco con hielo, unas gafas de sol y un cactus en forma de corazón. No os
digo el texto pues quedó para ellos.
Pero ¿Qué pensarías tú?
…¡Eres mi refresco preferido! O
¡Solo necesito las gafas de sol cuando estoy contigo! O ¡Este cactus sin
pinchos me recuerda a ti! O ¡Estoy solo sin ti!...