Y
fuimos de nuevo de boda, mi marido y yo. Aprovechamos para reafirmar nuestros
votos mutuos. No hizo falta pronunciar palabra. A nuestra edad matrimonial a
veces ya no son necesarias. Nos cogimos de la mano. Y a cada afirmación de los
novios, nos apretábamos las manos con dulzura o nos mirábamos a los ojos
sonriendo.
No hubo ninguna simulación, la iglesia era un templo consagrado, la
misa era la Eucaristía que instituyó Jesucristo, y el cura era un sacerdote
ordenado por el obispo de la diócesis, y además hermano de la novia. Fue real,
a diferencia de otras bodas en las que la iglesia ya está desacralizada, el que
hace de cura es un actor disfrazado y no ha habido compromiso ni ante la ley humana
ni la divina.
Era
la boda y la fiesta del compromiso de Carlos y Victoria, los hijos de unos
amigos muy entrañables. Carlos y Victoria hicieron realidad su vocación
matrimonial, que como tal no es una vocación de segunda clase. Los padres
ganaron un hijo y una hija, pero esos padres habían entregado sus hijos a Jesucristo.
Carlos y Victoria, en el
noviazgo, construyeron un futuro. Se lo tomaron en serio pues el amor para
siempre no se improvisa. El amor matrimonial debe estar fundamentado en Dios y
no en las capacidades personales. Vivir el matrimonio sin Dios es difícil, se
piensa en que el matrimonio es un estorbo y no se cree en la indisolubilidad.
Si se fundamenta en Dios y en la filiación divina, se comprende que se ha de
perdonar. Si se fundamenta en la exigencia, no hay posibilidad de abrazar al
otro tal como es. Así
de bonito habló el sacerdote que los casó.
Luego,
nos desplazamos a 40 km de distancia a lo largo de la comarca del Maresme, pero
no importaba, así lo habían decidido los novios. El aperitivo fue bajo una
carpa en el jardín, toda una maravilla de exquisiteces del chef. Y siguió un
banquete nupcial distinguido. Y al caer la noche, el baile. Todo con gran
sobriedad y elegancia.
Muchas
felicidades para toda la vida, y mucha paz para los malos ratos. Que Dios os
acompañe siempre.
Las pinturas son de la artista, señora Merce Flores