Me parece sorprendente que el consistorio de la Ciudad de
Barcelona haya declarado fiesta laboral el día 12 de febrero de 2016, día en el
que se celebra la patrona menor de esta Ciudad, santa Eulalia, que vivía a las
afueras de Barcino, una niña de 13 años que acogió el martirio antes que
renegar a su fe católica. Y lo califico de sorprendente porque la mayoría de los ediles
municipales militan en partidos que dicen que Dios y sus cosas han de estar relegados
al entorno privado, dentro de las casas, como si de un mueble viejo se tratase.
Sin embargo, algo muy bueno ha pasado en esos corazones endurecidos con varias
capas de rarezas de agnosticismos mal argumentados para que se haya tomado una decisión
tan buena como la de celebrar el día de la copatrona de Barcelona. Por supuesto
se celebran actividades paganas, pero ahí está santa Eulalia para proteger a su
ciudad.
Actualmente ¿Cuántas jóvenes de 13 años conocen a Dios?
¿Cuántos padres y madres viven al margen de Dios y no han educado a sus
hijos e hijas en la fe cristiana? ¿Qué dirán los padres y madres a sus hijos e hijas lo que significa ser santo?
Así que hemos de felicitar al consistorio barcelonés por
escoger ese día para que los barceloneses hagan fiesta. Hay que decir que los días
que en su caso serían fiesta coinciden este año en domingo por lo que se ha se
ha tenido que escoger un día entre todas las posibles habidas y por haber, por
eso todavía es más chocante que se celebre el día de santa Eulalia, en plena
Cuaresma. Pero lo que para el hombre es
imposible para Dios no lo es. Algo habrá soplado el Espíritu Santo en esos
corazones que ya están encomendados a la santa.
Aquí los abuelos y las abuelas cristianos tenemos mucho tarea por hacer con nuestros nietos y nietas.