La Cuaresma empezó con la imposición
de la ceniza en nuestra cabeza. Fue un acto de humildad del bautizado que se
acerca a recibirla y a escuchar las palabras que pronuncia el sacerdote que emplazan
a la vida eterna.
Ahora estamos de camino a la Pascua,
la fiesta más importante para un cristiano, es decir, la Resurrección de
Jesucristo al tercer día de su muerte en la Cruz. ¡Dejemos que el Señor nos
transforme el cuerpo por un cuerpo glorioso en este tiempo cuaresmal y de
cambio! Es un camino de purificación de nuestra alma y de nuestros actos.
En estos días que quedan, hasta el 25
de marzo de 2016 (día del Viernes Santo) junto a nuestro cónyuge y nuestra familia,
podemos vivir momentos de preparación en los que habrá sacrificio, limosna y
oración.
La Iglesia nos pide hacer abstinencia
de ingesta de carne los viernes, lo que significa que hemos de planificar, con
antelación, el menú familiar para esos días. Hay muchas posibilidades de
substitución de la carne por el pescado, los huevos o el queso y sus derivados.
Por lo tanto solo hemos de hacer previsión de menús para los próximos 5 viernes
(incluso el Viernes Santo). Se puede comer una pizza Margarita que solo tiene
tomate, queso y orégano; todas las variedades de tortillas de patatas, cebolla
y otras verduras; o huevos duros rellenos de atún o de surimi, etc. Podemos
tomar toda la pasta blanca, de huevo y de verduras, con tomate y queso, pero
¡sin boloñesa ni bacon! La fruta, la leche, los cereales y los yogures, como
siempre… Los potajes de legumbres con verduras, nada de chorizo ni morcilla ni
tocino. Es decir, no vamos a tener ningún problema para comer los viernes. Solo
hemos de acordarnos de no ingerir embutidos, carnes, aves, etc., y lo que
injiramos que sea con moderación. Así, los viernes de Cuaresma y el Viernes
Santo tendrán ese punto de sacrificio tan necesario para seguir adelante con
nuestra fe.
Distinta es la situación de
los enfermos, de cualquier edad. Ellos ya sufren, ya tienen su sacrificio en
marcha. No hay que cargarles con una obligación que la Iglesia no les pide. Sin
embargo, lo que la Iglesia pide a los enfermos es que, desde su lecho, recen.
Su oración en el sufrimiento tiene un potencial ilimitado. Podemos encomendar a
los enfermos de nuestra familia cosas para que ellos las pidan al Señor,
incluso a los niños una pequeña oración al ángel de la guarda será muy
aliviante. Pero los que no estamos enfermos, gracias a Dios, también debemos
hacer oración. Tratar de amistad con
quien sabemos que nos ama como decía santa Teresa de Ávila. Porqué si no
hay oración, hay espejismos.
Por último, en Cuaresma la caridad y
la limosna han de estar presentes. Los templos, las iglesias, se mantienen por
los donativos de sus fieles y de los no creyentes que quieren hacer un acto de
desprendimiento. La Iglesia está agradecida y reza siempre por sus
benefactores. Sin embargo, a pie de calle, encontramos indigentes, gente que
pide limosna. En contraste, sabemos que en España existen y funcionan los
servicios sociales de los Ayuntamientos y muchas entidades sociales que actúan
con fines sociales, no lucrativos. Y te planteas, o tus nietos te preguntan
muchas cosas, ¿Porque hay pobres? ¿Porque
no tienen casa? ¿Porque van sucios? …. Y tú piensas.... ¿Han ido a los
servicios sociales? ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué puedo hacer yo? Hay que rezar por
ellos también. Y antes de darles dinero, darles una barra de pan o un paquete
de galletas.
*El cuadro: El Descendimiento de la Cruz. Museo del Prado