El Jueves Santo es santo porque en la
Cena del Señor se renuevan tres instituciones: el sacramento de la Eucaristía, el sacramento del
Orden sacerdotal y el mandamiento de la Caridad. Una celebración grande para
los cristianos, para católicos especialmente. Se celebra una única vez en la
jornada del jueves pues fue única aquella cena pascual que precedió a toda la
pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Puede llegar a ser una celebración larga si
se incluye el Lavado de pies y porque es una celebración sin prisas. Pero ese tiempo junto al Señor nos va ayudar a
rezar, y a rezar mucho por la paz en el
mundo, la conversión de los pecadores y de los que están tan alejados de Dios
que no se saben siquiera que son pecadores.
También es el momento para hablar con
nuestros hijos y nietos de que la Pasión de Cristo fue necesaria para la salvación eterna de nuestras almas, junto a Dios. Había sido anunciada
por los profetas, es decir, por aquellos que anunciaron la Venida del Señor y
se cumplió verdaderamente en Jesucristo.
Aunque los niños pequeños que vayan a la celebración hagan ruidos diversos, llantos, correteos, gritos, cantos celestiales, no nos
molestaran porque ellos son nuestra esperanza, son el presente de la sociedad.
Los cristianos hemos de llenar los
templos, pues si no es así, en la cabeza de muchos está en convertirlos en
centros cívicos para satisfacciones paganas o simplemente los destruirán.