Viajar
por España, un poco por aquí y otro por allá, te descubre lugares donde la vista descansa, las emociones se relajan, desaparece el
estrés y te hace sentir muy bien. Esto es el resultado de unas vacaciones preparadas
para el descanso en un lugar precioso llamado Baiona (Galizia), en una ría baja, a 30
kms. de Vigo. Es un pueblecito marinero, pero se llena de veraneantes
que les gusta sorprenderse con el agua fría del mar, y en donde debe respetarse
la bandera de las playas porque da al Atlántico. El mar no está de bromas
nunca.
El
paladar queda sellado lleno de sabores pues desde los mejillones al bogavante,
de los chocos a los percebes, gambas, soubas,
sardinas, etc. pues difícilmente probarás cosas tan buenas y por el precio que pagas. Te lo sirven en el plato ¡tan fresco! que, además de la vianda, absorbes una parcelita de mar de sabor intenso.
Para
los que vivimos en las costas del Mediterráneo, en las costas gallegas parece que el sol esté al revés y efectivamente el sol se
pone en el mar, siendo las puestas de sol de bellísimos colores rosados y de dorados
como fuegos encendidos, todo un placer visual, que, aunque estés bebiendo un
zumo de frutas o la simple agua, te evades completamente contemplando los cambios rápidos de la
naturaleza.
Por
supuesto siendo un pueblecito marinero, las fiestas de la Virgen del Carmen
centraron las jornadas del 16 y 17 de julio. Como mi marido y yo no habíamos participado nunca en una procesión marinera, fue un regalo de la Virgen poder navegar con Ella. En el viaje, cuando
se culmina la salida de la bahía de Baiona, y toca regresar a puerto, desde el
barco de la Virgen, las autoridades municipales y autonómicas que asistieron
lanzaron al mar una corona de laurel y muchas flores en honor de los pescadores
y navegantes muertos en el mar. A continuación, todas las personas que iban en
los otros barcos también lanzaron ramos y flores al mar.
Nos quedó mucho por ver y disfrutar, así que ...¡¡volveremos!!