Una vez decidida la fecha de boda, lo
siguiente más bonito es prepararla. La organizarán los novios, con la ayuda de
los padres respectivos y los asesores de eventos. Sin embargo, este es el
aspecto más lúdico y divertido del compromiso
para siempre. Lo más importante es prepararse para el día siguiente y los que vendrán. Los efluvios de las fiestas son
efímeros, en cambio los problemas que aparecerán al nacer el matrimonio se han
de afrontar, resolver y asumir.
Hablar de ello en los momentos de más
enamoramiento no es tirarse un jarrón de agua fría por encima, es hablar
realmente de algo básico para la supervivencia del matrimonio. Los novios han de
saber que la boda es, en sí misma, la culminación del noviazgo y a la vez el
inicio de la vida de un matrimonio, la vida de dos en uno. Así que los futuros
cónyuges se han de preparar muy bien para poder entender qué significa decirle
al otro para toda la vida.
Antes de casarse, hay que formarse.
Para ello propongo que nos fiemos del Papa Francisco. Su Santidad publicó Amoris Laietitia. Se ha de leer desde el
principio hasta el final, y no a trocitos pues es un texto construido para ser
leído así. Es animante y pedagógico. La lectura no se hace pesada y es
universal. Está abierta de tal manera que cualquier persona puede sentirse
acogida.
Aquí las madres podríamos tomar la
iniciativa de comprar el librito y regalarlo pues también es un libro para
matrimonios jóvenes, para matrimonios en la madurez; para sacerdotes, catequistas,
formadores, e incluso para los periodistas para que informen bien sobre lo que
dice y escribe el Santo Padre.
Si ya somos suegras, hemos de consultarlo
con los hijos o con las hijas, no vayamos a meter la pata e iniciemos las
próximas fiestas con un tema espinoso con las nueras o los yernos.