La raíz de la sacramentalidad del matrimonio está en el
Bautismo, signo de gracia. La sacramentalidad no viene de la boda sino del
hecho de que los novios están bautizados. Por ello mismo están insertados en la
vida de la gracia. Si uno de los dos no está bautizado no es sacramento, pero
está llamado a ser sacramento. Pero si el que no está bautizado no se bautiza
nunca, el Señor tiene otros medios para darle la gracia. Hemos de recordar en
cada situación que, por encima de todo, la misericordia de Dios es infinita.
Hay que tener claro que para los católicos, en caso de
matrimonio, es obligatorio casarse por los cánones de la Iglesia. Obligatorio
no conlleva que sea optativo. Por lo tanto, no nos ha de extrañar que cada vez
haya menos bodas católicas pues cada vez hay menos bautizos católicos.
En la misericordia de Dios, todo matrimonio está llamado
a ser sacramento, pues es la imagen de Unión con Cristo, Él es el modelo del
amor conyugal. La entrega de Cristo es la medida del amor conyugal. La Cruz de
Cristo es el signo del amor conyugal.
Si así nos referidos a la teología del matrimonio, cuando
los problemas surgen se han de arreglar pues la gracia de Dios no suple a la
naturaleza humana, por lo tanto, hay que poner los medios para resolverlos.