Kazoku wa tsuraiyo es el título original de la película
que aquí hemos visto con el nombre de Maravillosa
Familia de Tokio del director Yôji Yamada, del año 2016. Los japoneses y
nosotros no nos parecemos en muchas cosas, nuestra cultura, nuestro sol y
alimentación es bien diferente, pero lo que se refiere al humor parece que nos podemos
reír con las mismas cosas. El asunto de un divorcio en una familia, sin duda, es algo muy serio, pero en
la película, estereotipados los personajes, te acabas riendo con ellos.
Para divorciarse en el Japón, vemos que simplemente
hay que rellenar un formulario y pagar unos cuantos yenes. Pero suele ser, como en
todas las familias, impactante. El Japón está tan lejos como sabemos, pero el
divorcio afecta a todos los miembros de la familia, aunque sean mayores, e
incluso estén casados. De ahí que la comedia se desarrolle a partir
del momento en que la esposa, paciente y hacendosa, con una sonrisa inmensa le
pide el divorcio a su marido, saturada de las rutinas molestosas de su esposo.
Todas las incidencias, problemas y dramas que sobrevienen a continuación, acrecidas porque viven todos juntos, van a tener su clave y solución
en el diálogo. Todo ello amenizado de abundante sake caliente.
Como
he dicho en otras ocasiones, esta película también es para pasar un buen rato en el sofá
de tu casa. Y luego pensar, si es el caso, en dialogar con tu marido o esposa, de aquel tema que quedó sin resolver y, hablarlo a la japonesa, es decir con
esa bebida de aguardiente tan tonificante para los sentidos, lo que servirá para suavizar los
temas a tratar. O a quién no le guste el sake, una infusión de frutos de la
pasión también servirá.