Todos
los medios de comunicación están centrados en la información que procede de la
publicación de la sentencia del llamado Procés, una de las más
importantes de los últimos 45 años en España. Es ocasión de decir que el
acatamiento completo de dicha sentencia representa una normalidad democrática. Esta
sentencia y todas las otras que se hayan dictado por el Poder Judicial se han
de acatar, como ya sabemos. Los imputados e imputadas han sido juzgados como
hemos visto en directo (si hemos podido) y, si queremos, podemos leer las 495
páginas que se han utilizado para redactarla.
En
cualquier caso, el cristiano no ha de depositar su confianza exclusiva en las
personas, pues en muchas ocasiones nos sentiremos decepcionados y en otras
aplaudiremos. Como lo que está pasando hoy. Unos querían que los imputados hubieran
sido absueltos, o indultados o amnistiados. O que hubieran sido castigados con
penas más duras. Y lo peor de todo, familias divididas, discutidas, separadas.
Matrimonios rotos, hijos desavenidos.
Por
ello, quien reparte verdadera Justicia es Dios Padre, Señor del Cielo y de la
Tierra.
En
este sentido, he recordado el Salmo 9 de la misa del pasado viernes 11 de
octubre:
Te
doy gracias, Señor, de todo corazón,
proclamando
todas tus maravillas;
me
alegro y exulto contigo,
y
toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R.
El Señor juzgará el orbe con justicia.
Reprendiste
a los pueblos, destruiste al impío
y
borraste para siempre su apellido.
Los
pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su
pie quedó prendido en la red que escondieron. R.
El Señor juzgará el orbe con justicia.
Dios
está sentado por siempre
en
el trono que ha colocado para juzgar.
El
juzgará el orbe con justicia
y
regirá las naciones con rectitud. R.