En la globalización, el exotismo del
Oriente se ha desvanecido. Los manjares de los países más orientales los encontramos
a la vuelta de la esquina de nuestra casa, y han dejado de ser manjares para
pasar a ser, en algunos casos, repugnantes, porque en nuestra retina se nos ha quedado
el guiso de murciélago al curry que contiene el Covid 19 y el cerdo con SARS en
caldo. Así que volvemos a la dieta mediterránea, que es de confianza y más
sana en todos los sentidos, pero también si cumplimos las normas sanitarias adecuadas
para cocinar.
No obstante, hay quien se resiste y
nos explica Cuentos Chinos de nunca acabar, llenos de vuelos de ninfas
y dragones voladores, y de benefactores que combaten para destruir el mal, el Yin y el Yan para conseguir el equilibrio.
Recuerdo que era común en la
conversación de hace cincuenta años, decirle a quien sea que explicase algo inverosímil
que aquella historia, noticia o referencia se trataba de un cuento chino
porque parecía poco menos que fantasioso.
En este blog creo haber hecho
referencia al ballet maravilloso SHEN YU, en cuyos espectáculos se representan cuentos
chinos de la época imperial china o creados dentro de imaginaciones asombrosas.
Pero lo que ha sido sorprendente, es una de las películas recientes de JACKIE
CHAN. Este actor y director chino, de Hong Kong, que nos tiene habituados a
películas de buenos y malos, de ladrones y policías, y de grandes acrobacias de
artes marciales, en este film se ha traslado a un mundo de fantasías, de
colores, de bellezas de cuento, de montañas colgantes, de almas que vagan
porque son demonios que no quieren serlo, de amor, mucho amor, y de ¡nunca
acabar!, pues cuando tu le ves el fin, el cuento prosigue. Me refiero a EL
CABALLERO DE LAS SOMBRAS (2019)
¡No os la perdáis ¡Es para toda la
familia, hasta los más pequeños se quedarán absortos!