Los
expertos dicen que se nace con un determinado temperamento. En relación al carácter,
éste se ha de ir forjando y educando. En esta tesitura, los hombres y mujeres
santos de otros tiempos y de ahora también, van por los caminos que llevan a
Dios esforzándose en practicar las virtudes que los cristianos llamamos humanas
para poder llegar a practicar las virtudes teologales, y encaminar el temperamento y el carácter imitando a Cristo.
La
virtud en si misma considerada no reprime a la persona humana, sino que en su
dignidad la perfecciona para que no se desparrame en todo aquello que apetece
de forma desordenada. Esto quiere decir, que conociendo nuestro temperamento in
nato, las virtudes nos ayudarán a templarlo o animarlo, y el carácter A
CAMBIARLO. No es de recibo “Es que es mi carácter”, y con ello machacar
a los más cercanos que son la familia y los amigos, y de paso cualquier persona
que se cruce en tu camino.
Una
buena lectura ha hecho santos. Un ejemplo bastante conocido del siglo XX es el de Edith
Stein, de nombre religioso Teresa Benedicta de la Cruz, nació en Breslavia,
Imperio alemán, el 12 de octubre de 1891, de origen judío. Pasó por una fase de ateísmo; fue filósofa. La lectura
de los libros de Santa Teresa de Jesús de Ávila le cambiaron su vida y su alma.
Ingresó en la orden religiosa carmelita descalza. Murió en Auschwitz el 9 de agosto de 1942, mártir. Fue canonizada
el 11 de octubre de 1998 por el papa san Juan Pablo II.
Los
textos de estas dos santas son muy recomendables. No obstante, hoy os propongo
una lectura sencilla y muy práctica. Es constante la propuesta de ejemplos
cotidianos para poder modelar nuestro carácter y atar un poco nuestro temperamento:
EL PODER OCULTO DE LA AMABILIDAD de Lawrence G. Lovasik.
Tenemos mucho por leer en este verano insólito.
Tenemos mucho por leer en este verano insólito.