En estos días de tanto calor muchas familias se han trasladado aquí o allá. Las noticias siguen siendo preocupantes sobre el aumento de los contagios de la Covid19 y el número de fallecidos.
También se han trasladado algunos de nuestros gobernantes
de primera línea o no. En cualquier caso, las mismas autoridades que hace unos
meses nos decían que no pasaba casi nada, ahora nos recomiendan que nos
quedemos en casa. Es probable que ahora tengan más razón que en el mes de
febrero o marzo pasados, sin embargo, queremos escoger qué hacer, en la medida
de lo posible, y gastar un poco para que se mueva el dinero.
En contraste, hay quien quiere vivir en la inopia, creando
una realidad paranoica, una realidad subjetiva, que siempre encuentra adeptos,
pero no es nada recomendable. Hacerse cargo de la realidad, cuesta. Y la
solución para alejarse de ella no es irse de copas, emborracharse, y gritar por
el equipo favorito del deporte favorito, o hacer quedadas para contagiarse.
Así que nos hemos ido de vacaciones, aunque este año poco
vamos a poder escribir sobre las playas textiles, ni lucir pareos, sombreros y
bañadores enteros. Muchos ya hemos desistido de ese destino, mal que nos pese.
Aunque nos hayamos rebelado a algunas recomendaciones, usamos mascarillas en el interior de los hoteles; usamos además pantallas si vamos a una iglesia. Ya no vamos a los centros comerciales ni a grandes supermercados, de ahí la ruina de muchos comercios. Compramos a través de webs; evitamos las aglomeraciones de cualquier tipo, ya sea una rambla o una calle llena de bares y diversión. Ya no acudimos a lugares de ocio nocturno, ni asistimos a ninguna competición deportiva …ni al teatro a ver un espectáculo de ballet ni al cine. A pesar de no hacer todo eso, hemos salido de la ciudad, pues debemos aprender a vivir con respeto en relación a la salud de los demás y a la nuestra. Hemos de reinventar nuestra socialización, pues el ser humano no conviene que esté solo.
Seguiremos rezando pues la oración no ha de faltar nunca y más en vacaciones. Además, el mundo está convulso y hemos de seguir adelante de la mano de Dios.
Los amigos de este blog os deseamos unas felices
vacaciones, aunque sean por pocos días y muy cerquita de casa, no sea que nos
llamen al confinamiento.