No hay que ir muy lejos, en tiempos de guerras y postguerras o de otras pandemias, en los que no había medios digitales y de escasa telefonía, se esperaban con ansia las cartas, los paquetitos de Correos y las felicitaciones de aquellos seres queridos que no podían regresar ni por Navidad. No se podía viajar pues no había medios, y se enviaban fotos para recordar las caras.
Este
año los Reyes van a tener que echar mano de las compras on line y de la
compra de proximidad. Los menús serán como queramos, pero para pocas personas. Tampoco
podremos tomar las uvas en nuestra plaza preferida ni ir a las Cabalgatas. Los
niños y niñas han entendido que hay una enfermedad que va impedir que vean a
los Reyes subidos a sus camellos, tronos, camiones, aviones, barcos etc.
No
nos calentemos la cabeza, llevemos el pesebre en nuestro corazón. En estas
semanas previas del Adviento preparémonos para vivir la Navidad dando gracias a
Dios. Sobre todo, hagamos un Belén bien bonito, adornemos las partes principales
de la casa y en la puerta colguemos la Corona de Adviento, invitando a los
demás a que preparen la Navidad en su corazón.
Un
año muy grave, difícil de olvidar. Un año distinto para recordar siempre, pero
lo vamos a superar no porque pronto nos vacunarán, sino porque nuestra
Esperanza está puesta en manos de Dios.