La Iglesia de Santa María de Montalegre está situada en el barrio del Raval de Barcelona, la cual se construyó a principios del siglo XX y toda ella, tanto su exterior como su interior, consta en el catálogo de la Ciudad como Patrimonio Histórico de Barcelona. Actualmente está en obras de rehabilitación, pero sigue celebrándose el culto, a pesar del andamiaje y otros objetos y máquinas utilizados en la construcción. Es significativa la gran grúa azul que la corona.
Y
digo esto, porque el rector de Montalegre siguiendo las propuestas del Papa
Francisco sobre el Año de San José y el Año de las Familias, dedica el
editorial mensual a estos temas sugeridos.
El
editorial correspondiente al mes de octubre de 2021 me viene como anillo al
dedo para publicarlo tal cual en este blog. Por ello, el rector atendiendo a mi
petición y dado su permiso, lo publico íntegramente. Al pie, indico el link donde
consta publicado inicialmente, así como muchas otras cosas de interés que se
publican en la web de Montalegre.
"Matrimonio: Camino divino
El amor humano,
que conduce al matrimonio y a la familia, es un camino divino, vocacional,
maravilloso, cauce para una completa dedicación a nuestro Dios. Cuando un
hombre y una mujer se entregan mutuamente en un acto de donación plena
manifestado ante Dios, la Iglesia y la sociedad emprenden un camino de santidad
que les debería conducir al encuentro definitivo con Dios, es decir, al cielo.
El matrimonio y
la familia son una vocación divina, una llamada a vivir la vida de la gracia en
plenitud. Dios llama a muchos bautizados a la vida matrimonial. De ahí que los
esposos pueden afirmar con certeza que su unión esponsal es un camino divino,
querido por Dios desde el mismo instante de la Creación del hombre y la mujer.
Con la venida al
mundo del Hijo de Dios, además, el matrimonio ha sido elevado a sacramento,
santificando la vida matrimonial y familiar. El Señor otorga a los esposos la
gracia necesaria para que, juntos, recorran el camino que conduce a la vida
eterna.
Cristo ha hecho
del matrimonio un camino divino de santidad, para encontrar a Dios en medio de
las ocupaciones diarias, de la familia y del trabajo, para situar la amistad,
las alegrías y las penas –porque no hay cristianismo sin Cruz–, y las mil
pequeñas cosas del hogar en el nivel eterno del amor.
La vida
matrimonial y familiar no es instalarse en una existencia segura y cómoda, sino
dedicarse el uno al otro y dedicar tiempo generosamente a los demás miembros de
la familia, comenzando por la educación de los hijos, para abrirse, a
continuación, a los amigos, a otras familias, y especialmente a los más
necesitados. Pidamos a Nuestra Señora del Rosario por la santidad de la
Familia.
Mn. Xavier
Argelich "