En mis dispositivos apenas tengo aplicaciones de compras y ventas, ni de noticias que presumen de serlo, diarios de noticias de la voz de su amo, ni juegos, que por decir solo juego a los puzles y al solitario, ni tampoco a un universo de ofertas para perder el tiempo y no vivir lo que tengo a mi alrededor, desde un paisaje que vuela a mis ojos a la velocidad de 300 kilómetros por hora o a mi amado esposo. Porque ciertamente, a los que somos más mayores también nos absorben las pantallas y esa dedicación extra absorbe el cerebro.
Tanto suprimir, solo me llegan
noticias de reciclaje de objetos que tiramos normalmente a la basura y la propuesta
es que los reconviertas en otras cosas aparentemente útiles. Hay personas con
unas capacidades creativas impresionantes que a partir de unos cuantos tapones
de corcho de vino hacen un espejo para el salón o con unos vasos de cartón o
plastificados te hacen unas zambombas. Además,
han de tener un espacio, habitación, cuartillo, garaje, etc. que sirva de
lugar de almacenaje, de trabajo y de limpieza para ejecutar esa versión
artística que va a generar en un objeto nuevo, que incluso podrías vender en un
mercadillo.
Otra versión es la de rehabilitar
muebles, encuadernar libros viejos, rehacer un vestido y convertirlo en dos
piezas, o de una cortina hacer un mantel vistoso, actividades para las que no
es necesario que nos aprieten con la información del malogrado cambio
climático.
Lo que sí valoro positivamente son
esas campañas de recogida de basura en playas y montes. Téngase en cuenta, que
en la mayoría de playas españolas los ayuntamientos invierten mucho en los
trabajos de limpieza, en personal y en máquinas. Aún recuerdo cuando yo era
pequeña las ratas espectaculares y asquerosas que vivían en los espigones de
los puertos y playas y nos asustaban cuando paseábamos para ir a ver la lonja
de pescado del puerto donde veraneábamos.
A pesar de esa insistente limpieza, el mar arrastra con sus olas a la orilla todo lo que le sobra y no es de su hábitat, sobre todo después de los temporales. Obviamente siempre hay personas descuidadas o sucias que se tumban en las playas y sin rubor dejan los restos de su almuerzo o incluso los preservativos usados.
Pero en este ambiente hemos recuperado
unas actividades que muchas mujeres que forman parte de nuestra historia hacían
con gran maestría y belleza: el ganchillo, el punto de cruz, el punto de media y el crochet.
Ahora estas habilidades sobrepasan la mantita del sofá, la cenefa para sábanas
y tollas, el ajuar de novia, los cuellos para las blusas. Ahora, una de estas
artistas ha creado una línea de juguetes para niños y niñas monísimos y para la
mujer femenina, con bolsos, pendientes, adornos de Navidad, calentadores de
tobillos, un sinfín de cosas para regalar y disfrutar, y algunos son solidarios
en favor de la lucha contra el cáncer infantil.
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Lacito de Aly, alzunoa