20 septiembre 2024

¡Ojo con lo que leemos! el corazón y la mente también se contaminan

 En las vacaciones de este verano, me compré una revista de moda para ojear en los días de playa, sol y relax. Estábamos en la Costa Dorada en un pueblo famoso por los restaurantes que hay en el paseo marítimo o del puerto, a cuál mejor en el surtido de mariscadas y porque la arena que se llevan y traen las olas es dorada y no de purpurina como me comentó una niña sorprendida en la playa, sino compuesta de un granito que se destruye y uno de sus componentes es dorado.

La oferta de revistas era variada, me fijé en tres. Cada una de ellas iba acompañada de una bolsa de tela muy mona, playera o para hacer las compras de cualquier cosa. Como las tres ofrecían reportajes fotográficos sobre las nuevas tendencias de otoño e invierno, opté por la que tenía la bolsa que más me gustaba por tamaño y estampado.

Después de ojearla unas cuántas veces, y llegar a la conclusión que sonreír no está de moda, inicié una aproximación de análisis de contenido, concepto que los medios de comunicación tienen muy claro a la hora de ofrecer información, qué información, cómo la ofrecen y a quién pretenden informar.

En ese sentido, la que compré va dirigida a aquellas mujeres adultas que tienen poder adquisitivo y un modo de vivir liberal, por supuesto a favor del aborto y de hacer con mi cuerpo lo me dé la gana. Los textos destacan temas sobre LGTBI y la maternidad artificial, así como de mujeres emprendedoras con capacidades diversas para llevar a cabo negocios y proyectos interesantes.

De las 137 fotos de mujeres publicadas de la revista escogida, solo sonríen 20, y, por fin, ninguna desnuda. (Salvo error). La moda o estilo que presentaba puede gustar o no, pero siempre los modistos o creativos se adelantan a los gustos que se impondrán, pero para mi análisis no importa mucho. Tampoco tuve en cuenta los productos de la abundante publicidad.

En definitiva, todo el contenido literario iba encaminado hacia el cumplimiento de la Agenda 2030, de la que ya hemos escrito en este blog, es decir, destruir la familia, convertir las diferencias entre hombre y mujer en un solo género, practicar la sexualidad sin maternidad ni paternidad y que la Naturaleza y el llamado Súper Hombre se conviertan en un dios a adorar.

En todo esto se excluye a Dios y a sus cosas, también al matrimonio entre hombre y mujer, a los hijos, a los nietos y a los otros miembros de la familia.

No compré más que una revista, las otras que estaban en el quiosco imagino que tenían un contenido similar pues el editor lo que quiere es vender, y quien paga para que se editen las publicaciones ha hecho un pacto con el diablo para introducirnos en sangre esta política destructiva que recoge la Agenda 2030. El propio Gobierno de España en una de las webs de sus ministerios está claramente explicado.

Guardé mis notas y tiré la revista hecha pedazos al contenedor azul, sin pasarla a otra persona. No se ha de contaminar a nadie de políticas destructivas de la familia.