El último domingo del año, después de Navidad, la Iglesia lo dedica a la Sagrada Familia de Nazaret, como modelo a seguir por parte de las familias cristianas. Dios se encarnó en María la Virgen para nacer como Dios y hombre verdadero en la persona de Jesús. De esta manera, Jesús nació en el seno de una familia, José de la tribu de David y la Virgen María.
Las lecturas de la misa de hoy nos
indican el camino trazado por Dios para la familia y sus miembros.
Lectura del libro del
Eclesiástico:
El Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la madre sobre ellos. Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros. Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece, será escuchado. Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor. Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza. Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor. Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados.
Hermanos: Como elegidos de
Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad,
mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga
quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por
encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta. Que la
paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un
solo cuerpo. Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre
vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría;
exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos,
himnos y cánticos inspirados. Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea
todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres,
sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a
vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros
padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros
hijos, no sea que pierdan el ánimo.
Miles de años han transcurrido desde
que se escribieron estos textos sagrados, sin embargo, el núcleo de la familia sigue
siendo el germen y desarrollo de la sociedad, y a partir de ahí es donde se
genera amor y riqueza para el bien común. Sabemos que a lo largo de los
tiempos, las guerras, las destrucciones naturales, la evolución natural de las
cosas, las tecnologías, los desastres, los abortos, el alejarse de Dios y un
sinfín alteran ese núcleo de origen divino que es la familia. Por eso es bueno
y santo reflexionar esas lecturas de la liturgia del Día de la Sagrada Familia.
Y sobre todo, hay saber que nadie queda fuera ni hasta el más solo del mundo.
Para ello recordemos unas
palabras de san Juan Pablo II extraídas de la Exhortación Apostólica Familiaris
Consortio de 22 de noviembre de 1981, punto 85, que dice:
Deseo añadir una palabra en
favor de una categoría de personas que, por la situación concreta en la que
viven —a menudo no por voluntad deliberada— considero especialmente cercanas al
Corazón de Cristo, dignas del afecto y solicitud activa de la Iglesia, así como
de los pastores.
Hay en el mundo muchas
personas que desgraciadamente no tienen en absoluto lo que con propiedad se
llama una familia. Grandes sectores de la humanidad viven en condiciones de
enorme pobreza, donde la promiscuidad, la falta de vivienda, la irregularidad de
relaciones y la grave carencia de cultura no permiten poder hablar de verdadera
familia. Hay otras personas que por motivos diversos se han quedado solas en el
mundo. Sin embargo, para todas ellas existe una «buena nueva de la familia».
A los que no tienen una familia natural, hay que abrirles todavía más las puertas de la gran familia que es la Iglesia, la cual se concreta a su vez en la familia diocesana y parroquial, en las comunidades eclesiales de base o en los movimientos apostólicos. Nadie se sienta sin familia en este mundo: la Iglesia es casa y familia para todos, especialmente para cuantos están fatigados y cargados.