25 marzo 2013

El valor sagrado del Matrimonio


 A lo largo del Antiguo Testamento hay muchas referencias al amor entre el esposo y la esposa, y el júbilo de ambos, pues en los textos de la revelación de Dios a su pueblo de Israel, Dios, al establecer su Alianza, la asimila para la comprensión de los hombres, a la alianza de un hombre con su mujer. En ese sentido, en el Nuevo Testamento ocurre que la alianza es la que se establece por medio de Cristo, el esposo, con su Iglesia, la esposa.

Esta esponsabilidad entre Dios y su pueblo, entre Cristo y su Iglesia, hace elevar el aspecto sobrenatural de la esponsabilidad de un hombre con una mujer, por lo que puede decirse que el lecho en el que yacen los esposos es sagrado, como un altar bendecido para llevar a cabo lo divino, el don de la participación en la creación. 

Por ello el Matrimonio cristiano, el que se celebra ante Dios y por los esposos, tiene un valor sagrado, de unidad y  de indisolubilidad. Todo ello va más allá  de todo aquello que conocemos como estrictamente humano, familiar y doméstico, pero son aspectos todos ellos inseparables entre sí, y forman el Matrimonio.

A la luz de la revelación de Dios, a través de los cantos de los Salmos de David, podemos entender cómo se une la naturaleza con el  esposo, la esposa y el mismo Dios. El valor poético de los Salmos es innegable por siglos sin término, de indescriptible belleza, de sabor que deleita una y otra vez, y más aún cuanto más se lee porque te adentras más y más en el conocimiento de Dios, al que amas por encima de todas las cosas.

Salmo 18 A (19 2-7)

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como su esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

20 marzo 2013

La alegría del Domingo de Ramos


El próximo domingo, día 24 de marzo, se celebrará litúrgicamente el Domingo de Ramos, día en el que se rememora la entrada de Jesús en Jerusalén, prefacio de la semana de su pasión, crucifixión y muerte, tal como leeremos y escucharemos a lo largo de la celebración de la santa misa. Es una fiesta en la que tradicionalmente se reúnen las familias de tal manera que tanto creyentes como no creyentes acuden a los templos con palmas, palmones y ramos de árboles propios de cada lugar, para aclamar al Señor. Es un día de júbilo en el que los no creyentes participan incluso de forma activa sin conocer del todo bien el gran mensaje de fe que todo ello significa. Sin embargo, como ha dicho recientemente el Papa Francisco, tanto los creyentes como los que no creen, somos y son todos hijos de Dios.


Será un día en el que si tenemos la gran providencia de tener cerca a nuestro marido, hijos, nietos, y otros familiares, pienso que nos hará mucha ilusión esmerarnos en preparar el almuerzo, dentro de la sobriedad que merece el preludio a la semana santa, pero intentando complacer los gustos de unos y de otras para hacer felices a todos en un día tan bonito. Adornaremos la mesa y el comedor con flores pues la explosión de la primavera ha empezado hoy, y llenaremos de alegría nuestro corazón pues a nuestros hijos siempre hay que dejarles las puertas abiertas para que vayan a casa de sus padres sin temores, que en la medida de lo posible gocen de un hogar familiar luminoso y alegre por el buen ambiente en el que se vive, sin discusiones y sin tensiones absurdas.

Y a modo de recuerdo infantil, cuando yo era pequeña era muy típico que en el día de Ramos se estrenará un vestido o alguna pieza de ropa de primavera, una chaquetilla, un sombrerito, algo de fiesta para llevar los domingos. Claro! que de entonces ahora han pasado muchos años, así que es probable que con el cambio climático en lugar de gozar de un día un poquito caluroso, llueva o haga frío. En cualquier caso, podremos estrenar algo: un nuevo corazón lleno de generosidad.

*En la foto: la entrada a Jerusalén, en Tierra Santa (Israel)


17 marzo 2013

Rezas por el matrimonio?


Corre por las redes sociales una oración del santo padre Francisco con la que nos invita a rezar por muchísimas personas: cercanas, altas, pequeñas.....débiles, entre ellas, los Matrimonios, y por ti mismo!. 

La llama  UNA ORACIÓN EN CADA DEDO:

1. El pulgar es el más cercano a ti. Así que empieza orando por quienes están más cerca de ti. Son las personas más fáciles de recordar. Orar por nuestros seres queridos es "una dulce obligación"

2. El siguiente dedo es el índice. Ora por quienes enseñan, instruyen y sanan. Esto incluye a los maestros, profesores, médicos y sacerdotes. Ellos necesitan apoyo y sabiduría para indicar la dirección correcta a los demás. Tenlos siempre presentes en tus oraciones.

3. El siguiente dedo es el más alto. Nos recuerda a nuestros líderes. Ora por el presidente, los congresistas, los empresarios y los gerentes. Estas personas dirigen los destinos de nuestra patria y guían a la opinión pública...Necesitan la guía de Dios.

4. El cuarto dedo es nuestro dedo anular. Aunque a muchos les sorprenda, es nuestro dedo más débil, como te lo puede decir cualquier profesor de piano. Debe recordarnos orar por los más débiles, con muchos problemas o postrados por las enfermedades. Necesitan tus oraciones de día y de noche. Nunca será demasiado lo que ores por ellos. También debe invitarnos a orar por los matrimonios.

5. Y por último está nuestro dedo meñique, el más pequeño de todos los dedos, que es como debemos vernos ante Dios y los demás. Como dice la Biblia "los últimos serán los primeros". Tu meñique debe recordarte orar por ti... Cuando ya hayas orado por los otros cuatro grupos verás tus propias necesidades en la perspectiva correcta, y podrás orar mejor por las tuyas.

Papa Francisco

El matrimonio natural desprotegido


Recientemente en España, y haciendo uso de la libertad de conciencia, el Ministro del Interior, señor Jorge Fernández Díaz ha expresado públicamente lo que muchos católicos también manifestamos, motivo por el cual  el secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, manifestó el día 5 de marzo de 2013, que el reconocimiento del matrimonio homosexual en España ha dado un paso atrás, al no garantizar por ley, la especificidad de la unión conyugal entre «esposo y esposa, entre padre y madre».

Parece que venimos diciendo esto en repetidas ocasiones pero lo que parece evidente también es que cuando lo expresamos no tengamos derecho a hacerlo, haciendo uso de nuestra libertad de expresión y de conciencia. Así que a pesar del spam que va a recibir este blog, torpedeado diariamente con un bucle asqueroso de virus viagrero, clamamos de nuevo, que el Matrimonio, considerado éste la unión entre un hombre y una mujer, está desprotegido legalmente por su igualación con las uniones entre homosexuales, es decir, entre personas del mismo sexo, uniones en si misma estériles. 

Esto es tan cierto como natural. Dos mujeres entre si no pueden fecundarse, y dos hombres entre sí no pueden fecundarse. Los coitos anales no fecundan y los fregamientos de clítoris tampoco, por lo tanto no hay que ofenderse ni echarse a llorar como víctimas de un drama social porque por mucho que se insista esas uniones nunca serán fecundas y el matrimonio natural entre hombre y mujer sí que lo es. A la vista está el mundo, pues todos sus habitantes han nacido de mujer fecundada por un hombre. Las parejas homosexuales, solo en algunos casos, sienten esa necesidad de la maternidad o de la paternidad y tienen que recurrir a artificios de fecundaciones in vitro, o vientres de alquiler, o cosas por estilo, basadas en la artificialidad y lo que es artificial no es natural. Desgraciadamente, también estos métodos se utilizan en parejas heterosexuales.

Por ello, no ha de extrañar que la voz de los miembros de la Iglesia Universal, hombres y mujeres católicos, ministros o gente de a pie, insistamos en que las diferencias entre el matrimonio y las uniones homosexuales son abismales. Pero como somos europeos hasta en los errores, nos parecemos y lo mezclamos todo, perjudicando a unos y engañando a otros. No se le hace ningún bien, presente ni futuro, decirles a los homosexuales que sus uniones son iguales a los que estamos casados. Eso es engañar, porque cada colectivo tiene sus problemas y sus necesidades, y hay que afrontar y proteger, en la medida de lo posible, a cada cual, y no indistintamente, sino distintamente.

Bien ha estado, que el portavoz de la Conferencia Episcopal Española haya vuelto a recordar que efectivamente al desproteger legalmente y socialmente el matrimonio tal cual es, entre hombre y mujer, ha tenido y tiene muchas consecuencias y entre ellas, el descenso de la natalidad. Y no es que sea un comentario recurrente, es una realidad que está estudiada con resultados evidentes surgidos de estudios sociológicos emitidos por entidades públicas y privadas de muchos países del mundo.

Así que no se trata de un discurso demagógico, es un alzar la voz ante resultados empíricos que no ofrecen ninguna duda. Y si se protege el matrimonio natural, entre hombre y mujer, en ningún caso ha de suponer que se ofenda o se margine a las uniones de personas del mismo sexo. Estamos ante una situación de alarma social en la que índice de natalidad en Europa es tan bajo que dentro de unos años no se sabe quién cuidará a quién ni quien trabajará para levantar el país.

13 marzo 2013

Un Papa comunicador


A los cardenales no les ha costado decidirse, y lo que tanto deseábamos ya lo tenemos. Un Papa comunicador que ha mirado sin aspavientos ni movimientos de ningún tipo al pueblo que le aclamaba, deseoso de conocerle. 

Ha esperado a que acabase el himno del Vaticano y enseguida nos ha puesto a rezar por el Papa Emérito, a rezar por él, y por todos nosotros, la Iglesia Universal. Y lo nunca visto en el balcón del Vaticano: Su Santidad Francisco I se ha arrodillado. Millones de personas hemos seguido estos momentos desde todas partes del mundo.

Su piedad nos ha conectado y todos nosotros nos hemos sentido unidos a él por medio de la oración elevada a Dios mismo. ¡Gracias! Por venir de Argentina para evangelizarnos.

12 marzo 2013

Esperaremos


Sin duda, todos deseamos saber el nombre del nuevo Papa. Mientras tanto podemos quererle y rezar un poquito más por él. El hombre que va a dirigir el timón de la Iglesia Católica Universal llevará un gran peso, por lo que no hay que estresarse, ni es necesario hacer especulaciones según su simpatía, origen o color de la piel. 

Es el momento de recordar unas palabras que dijo el santo padre Juan XXIII, cuando una vez elegido papa y paseaba por Roma, una mujer comentó en voz alta y cerca de él algo referido a su físico. El nuevo papa contestó: señora, un cónclave no es un concurso de belleza.

Los frutos rojos del espino blanco


La historia de amor llevada al cine con el nombre Amor bajo el espino blanco (2010) es un relato amoroso vivido en el ambiente y la persecución de la Revolución Cultural de Mao, en China. Vemos que en todos aquellos años estaba prohibido amarse fuera del tiempo que estuviese determinado. Estaba prohibido manifestar el amor y el afecto, incluso el mero contacto de entrelazar las manos. No existía ni un atisbo de libertad. Se trataba solo de servir a la Revolución pues les aseguraban que Mao amaba a los hijos más y mejor que los padres. Y cualquier movimiento en falso suponía perder el trabajo o los estudios y volver al campo, el mejor lugar para la reeducación, según Mao.

Así las cosas, una colegiala llamada Jing y Sun, hijo de un militar de élite, se conocen cerca de un árbol llamado espino blanco, pero que da unos frutos rojos porque allí están enterrados muchos mártires de la revolución…. Su enamoramiento está lleno de gestos, miradas, sonrisas, detalles sencillos, esperas, paciencias, entregas, sacrificios, viviendo un amor profundo e intenso en donde la abstinencia, el control de uno mismo, es impresionante. Sun y Jing se respetan, se guardan  mutuamente, entregándose con el corazón pero reservando las relaciones sexuales para cuando pudieran casarse. Es el amor en estado puro, en un ambiente hostil a la belleza del amor. Por todo ello a mi me ha cautivado y me ha emocionado. Compruebas, una vez más, que nada ni nadie es capaz de arrancar el amor que nace en el fondo del corazón de las personas.

Se trata de una historia dramática, diferente en muchos sentidos a las que estamos acostumbrados en el cine, a ritmo oriental, con pequeñas narraciones en of y realizada por chinos que saben mucho de cine. El lema de la película es algo así como No te esperaré ni un mes ni veinticinco años, te esperaré toda la vida.

  El último domingo del año, después de Navidad, la Iglesia lo dedica a la Sagrada Familia de Nazaret, como modelo a seguir por parte de las...