04 noviembre 2013

La magia está servida

Si no te gusta la magia mejor no veas la película El increíble Burt Wonderstone. Se trata de un film familiar, apto para todos, que destaca los valores de la amistad y el esfuerzo por hacer aquel trabajo por el que tú crees que vale la pena entregarse. La primera parte del film está llena de estereotipos artísticos, demasiado clásicos y vistos, pero de ahí provendrá que se hunda el espectáculo de magia que estábamos viendo, y de paso al ocaso de un gran artista de Las Vegas que no ha sabido renovarse porque ha preferido encasillarse en la comodidad. Sin embargo, cuando aparece el camaleónico Jim Carrey, la magia adquiere un aspecto de sangre y riesgo, un poco exagerado y lunático, pero es así su personaje. Finalmente y por sorpresa aparece en una escena muy corta el fabuloso David Copperfield y entiendes un poco más los ingeniosos trucos de magia, cosa que queda confirmada en los créditos del final. En definitiva, The Incredible Burt Wonderstone (USA, 2013) es una película para verla y estar en familia, está pincelada con notas de humor y alguna carcajada, pero es realmente simpática. 

03 noviembre 2013

Permiso, perdón y gracias

El santo padre Francisco con sus buenas dotes de comunicador no nos da tiempo de leer, escuchar y ver todo lo que nos dice cada día. La web del Vaticano se ha modificado y adaptado a este nuevo hacer del Papa, que habla diferente pero no cambia ni modifica un ápice la exigencia de la doctrina católica ni propiamente la doctrina. Su capacidad comunicativa, tan directa y a la vez asertiva, nos cautiva a todos, y también a los medios de comunicación que como el mismo Papa dice: La televisión e internet son una plaza que se ensancha sin fronteras.

Esta frase tan descriptiva de lo que son los medios está extraída del discurso  a las Familias del Mundo con ocasión de su Peregrinación a Roma en el Año de la Fe, el pasado sábado 26 de octubre de 2013. Allí habló a las familias congregadas, pero también a todas las que estábamos en nuestros hogares, o trabajando, o en un hospital, etc.  Nos habló de los agobiados y atribulados, de las dificultades, del sacramento del matrimonio, del trato dentro de la familia entre unos y otros, de esa caridad y amor entre todos pidiéndonos permiso para hacer las cosas, perdonando y dando las gracias. Y también re refirió a los abuelos, los cuales dice el Papa son la sabiduría de la familia, son la sabiduría de un pueblo. Con todo ello, nos impelió a preguntas, provocando en nosotros un estímulo para nuestro examen de conciencia

“Pero qué hermoso matrimonio, qué bonita ceremonia, qué gran fiesta!”. Eso no es el Sacramento; no es ésa la gracia del Sacramento. Eso es un adorno. Y la gracia no es para decorar la vida, es para darnos fuerza en la vida, para darnos valor, para poder caminar adelante. Sin aislarse, siempre juntos. Los cristianos se casan mediante el Sacramento porque saben que lo necesitan. Les hace falta para estar unidos entre sí y para cumplir su misión como padres: “En la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad”. Así dicen los esposos en el Sacramento y en la celebración de su Matrimonio rezan juntos y con la comunidad. ¿Por qué? ¿Porque así se suele hacer? No. Lo hacen porque tienen necesidad, para el largo viaje que han de hacer juntos: un largo viaje que no es a tramos, ¡dura toda la vida! Y necesitan la ayuda de Jesús, para caminar juntos con confianza, para quererse el uno al otro día a día, y perdonarse cada día. Y esto es importante. Saber perdonarse en las familias, porque todos tenemos defectos, ¡todos! A veces hacemos cosas que no son buenas y hacen daño a los demás. Tener el valor de pedir perdón cuando nos equivocamos en la familia… Hace unas semanas dije en esta plaza que para sacar adelante una familia es necesario usar tres palabras. Quisiera repetirlo. Tres palabras: permiso, gracias, perdón. ¡Tres palabras clave! Pedimos permiso para ser respetuosos en la familia. “¿Puedo hacer esto? ¿Te gustaría que hiciese eso?”. Con el lenguaje de pedir permiso. ¡Digamos gracias, gracias por el amor! Pero dime, ¿cuántas veces al día dices gracias a tu mujer, y tú a tu marido? ¡Cuántos días pasan sin pronunciar esta palabra: Gracias! Y la última: perdón: Todos nos equivocamos y a veces alguno se ofende en la familia y en el matrimonio, y algunas veces –digo yo- vuelan los platos, se dicen palabras fuertes, per escuchen este consejo: no acaben la jornada sin hacer las paces. ¡La paz se renueva cada día en la familia! “¡Perdóname!”. Y así se empieza de nuevo. Permiso, gracias, perdón. ¿Lo decimos juntos? (Responden: Sí). ¡Permiso, gracias, perdón! Usemos estas tres palabras en la familia. ¡Perdonarse cada día! (fragmento del discurso referido).

Al día siguiente, en la homilía en la santa misa de clausura de la peregrinación de las familias, en la plaza de san Pedro de Roma, nos invitó a meditar las lecturas del domingo 27 de octubre de 2013.  Se refirió a orar en familia: Todas las familias tenemos necesidad de Dios: todos, todos. Necesidad de su ayuda, de su fuerza, de su bendición, de su misericordia, de su perdón. Y se requiere sencillez. Para rezar en familia se necesita sencillez. Rezar juntos el “Padrenuestro”, alrededor de la mesa, no es algo extraordinario: es fácil. Y rezar juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y rezar también el uno por el otro: el marido por la esposa, la esposa por el marido, los dos por los hijos, los hijos por los padres, por los abuelos… Rezar el uno por el otro. Esto es rezar en familia, y esto hace fuerte la familia: la oración.

También nos invitó a ser familias misioneras de la fe y a conservarla en familia, en las cosas de todos los días. Su última pregunta, diciéndonos que nosotros mismos nos diéramos la respuesta fue: ¿Hay alegría en tu casa? ¿Hay alegría en tu familia? […] En el fondo de este sentimiento de alegría profunda está la presencia de Dios, la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos. Y sobre todo, un amor paciente: la paciencia es una virtud de Dios y nos enseña, en familia, a tener este amor paciente, el uno por el otro. Tener paciencia entre nosotros. Amor paciente. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias. Si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría. Por el contrario, la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad.



30 octubre 2013

Volver a amar

Según nos explica el señor Alfonso Méndiz en su web sobre Cine y Publicidad, una de nuestras webs favoritas, el vídeo del que adjunto el link ha salvado matrimonios: 

Es un vídeo breve de 5 minutos, mezcla de emoción sincera y pinceladas tragicómicas, que formó parte de aquel precioso filme  “París, je t’aime”. De los 18 cortos allí reunidos, éste de Isabel Coixet es quizás el más valioso.Su historia nos habla de volver a amar cuando el amor parece perdido, o, mejor, cuando los sentimientos se han esfumado. Nos habla de volver a “valorar” al amado: volver a descubrirlo y volver a enamorarse. En el fondo, su mensaje se resume en esto: amar da sentido a nuestra vida, y da sentido a los sacrificios más costosos, a todo lo que podría ser monótono. 

A mi me ha gustado mucho y por eso lo quiero compartir con vosotros. Es muy recomendable, también para los no casados pues cualquiera de nosotros puede ayudar a un familiar, a un amigo, a un hijo... a salvar su matrimonio. 

El video que ha salvado matrimonios

27 octubre 2013

El nombre del Matrimonio

Se explica la historia de una mujer que tenía en su casa un piano, ella lo tocaba con mucha frecuencia, y con mucha insistencia. Ocurrió que un día oyó que sonaba el timbre de su casa, desde la calle. No esperaba a nadie, no solía tener visitas. Así que sorprendida, acudió al recibidor de su casa dándole vueltas, y pensando en quién podría ser. Estuvo tentada en no contestar. Finalmente descolgó el interfono y dijo:
- ¿Quién es?
Una voz ronca y de hombre le respondió -Soy el afinador de pianos.
La mujer se quedó más sorprendida todavía, y gritó ¿Cómo?, ¡si yo no he avisado al afinador!,
Aquella voz le habló, con una sonrisa en los labios imperceptible para ella, diciendo:
- Sí señora, usted no lo ha hecho, pero los vecinos ¡SI!


Y efectivamente, no llamamos al afinador. Pero no esperemos a que alguien lo haga por nosotros. Hemos de tener en cuenta que nuestra vida, es decir todo aquello que hagamos, tiene repercusiones buenas o malas hacia los demás. Siempre reciben las consecuencias más inmediatas, los que están más cerca, nuestro esposo (esposa, en el caso de ellos), los hijos, otros familiares, vecinos, compañeros de trabajo… Todos somos responsables de las almas que nos rodean, para bien o para mal. Si sobreabundamos en vida interior, nuestra repercusión hacia los demás será más buena. Y para ello hemos de REZAR, y eso no significa haberse santiguado ayer…sino cada día, y hacer una ratito de oración, leer el Evangelio y también algún libro espiritual o de vida de santos, rezarle a la Virgen santísima un rosario, y por supuesto oír la santa misa. Todo eso nos hará crecer en vida interior. 

Y además cuando recemos por los demás, decir los nombres, sus propios nombres. En el Matrimonio, el  nombre es el de nuestro marido, ese es el nombre básico de nuestra vida, e ir añadiendo todos y todos los nombres de los demás. Pues rezar no es un complemento, es el fundamento de nuestra vida para llevar almas a Dios, pues lo que realmente queremos es llegar al Cielo y encontrarlas a todas!

21 octubre 2013

Yo me quedo con Dios

No va desencaminado el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, el Dr. Juan Antonio Martínez Camino, cuando refiere que el matrimonio homosexual es diabólico, palabras que también se le atribuyen al Papa Francisco, cuando era Arzobispo de Buenos Aires en Argentina. Aquí no nos referimos a las personas que son homosexuales, nada más lejos de nuestro sincero interés. A cada cual se le ha de querer en su condición y con extrema caridad, según nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica. Además son hijos de Dios como cualquiera. Nos referimos a los actos humanos, que pueden ser buenos o malos.

Los actos moralmente malos pueden crear estructuras de pecado, tele dirigidas por el diablo, que existe sin lugar a dudas, pero sin aquel aspecto que le atribuye el teatro o el arte, es decir, no es de color rojo, no tiene cuernos ni larga cola. El diablo es un espíritu malo, que alimenta la maldad y se abasta de personas que desconocen el bien de Dios y las lleva a su interés para destruir, o intentar hacerlo, todo aquello que Dios ha creado y ama. En esas cosas, usa a su antojo, con deliberada maldad, a aquellas personas que practican actos inmorales. A veces estos actos son fruto de la ignorancia, o del vicio, o de la desorientación. En esas debilidades, el diablo se lleva a hombres y mujeres, sin darse ellos cuenta, adónde le apetece. En este sentido, la desviación en contra del matrimonio natural, va creando una estructura peligrosa, equiparando en la base las uniones entre personas del mismo sexo a las uniones heterosexuales. A tal desviación sobre la ley natural, ya se van sumando otras uniones, en aras de no molestar a nadie y de que todo vale, es decir, al relativismo práctico. Hemos leído recientemente, por ejemplo, el caso de aquella mujer que se ha casado consigo misma; o las ya conocidas uniones entre perros, bendecidas por personas; o la señora que se casa con su gato, o cualquier cosa por el estilo. Esta estructura diabólica, compuesta de actos inmorales es lo que se llama estructura de pecado. Aquí no se ataca a las personas, sino a sus actos, pues muchísimas veces no conocemos la moral de los actos que realizamos y nos lleva a errar, incluso a los más puestos y doctos.

En paralelo a esta desvirtuación del matrimonio natural, debido al diabólico plan referido, se está estudiando en Europa el crecimiento de la poligamia por parte de hombres y mujeres musulmanes que, como sabemos, en su religión estos matrimonios están permitidos, mientras el hombre pueda mantener a sus esposas. En cualquier caso, el Matrimonio católico recibe los envites de una sociedad que lo admite casi todo, menos a Dios, aunque esté en peligro su propia naturaleza original. Entiéndase que la unión que no sea entre un hombre y una mujer es totalmente estéril y no reporta nada a la sociedad. Y cualquier tipo de poligamia, es denigrante para las mujeres que forman parte de esa unión y para la sociedad en la que viven, pues la mujer es apartada por el interés sexual y exclusivo de un varón que se encapricha por más de una mujer, relegándolas a ser solamente un objeto de su deseo.


En definitiva, las personas, los seres humanos, podemos hacer el bien o podemos hacer el mal, el cual no siempre lo reconocemos como tal, pero el diablo sí lo sabe. Y aquí nadie se ha de ofender pues nadie es más perfecto que Dios, todos nos equivocamos, y todos ¡todos! tenemos tentaciones hacia el mal.

Así que yo prefiero amar y creer en todo aquello que Dios ha revelado y ha revelado de sí mismo. Y si Dios nos dice que lo mejor para un hombre y una mujer es unirse entre sí, ser una sola carne, multiplicarse y amarse hasta la que la muerte los separe, me quedo con ello y dejo estar otras uniones más materiales que sagradas y que no llevan más que al precipicio de uno mismo.

19 octubre 2013

¡Estoy ojiplática!

Es decir ¡Asombrada! ¡Sorprendida!  Pues hemos conseguido publicar ¡400! artículos nuevos y diferentes sobre el matrimonio católico en 946 días con 55816 visitas de todo el mundo especialmente de América, de norte a sur; de Europa, a resaltar España, Alemania y Rusia; y de Asia ¡China!; y más lejos de nosotros ¡Australia! Si nos sigues en el Twitter, 927 twitts. Y todo ello sin publicidad. 
Vosotros, nuestros seguidores, amigos, colaboradores, lectores, visitantes, lo habéis hecho posible. 

Mi marido, Joan, y yo os damos las gracias por tanto entusiasmo 
en seguir leyéndonos y twitteando.

17 octubre 2013

Amor fiel y exclusivo

Releer los textos del Magisterio de la Iglesia abre siempre luces en nuestra alma y en nuestro corazón sensible. Por ello es muy recomendable volver a ellos para hacer un repaso o iniciar una lectura interesante. 

Hoy proponemos la Encíclica Humanae Vitae la cual se centra en el tema de la transmisión de la vida, concedida a los esposos como colaboradores de Dios. Esta encíclica la publicó Su Santidad Pablo VI el 25 de julio de 1968. En los puntos 8 y 9 el Papa escribe sobre el amor conyugal al cual le atribuye las características de: amor humano, total, fiel y exclusivo hasta la muerte, y fecundo. Estos aspectos básicos nos pueden llevar a la reflexión interior de cómo vivimos en el seno de nuestro matrimonio estas características que lo conforman.

El amor conyugal

8. La verdadera naturaleza y nobleza del amor conyugal se revelan cuando éste es considerado en su fuente suprema, Dios, que es Amor, "el Padre de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra". El matrimonio no es, por tanto, efecto de la casualidad o producto de la evolución de fuerzas naturales inconscientes; es una sabia institución del Creador para realizar en la humanidad su designio de amor. Los esposos, mediante su recíproca donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus seres en orden a un mutuo perfeccionamiento personal, para
colaborar con Dios en la generación y en la educación de nuevas vidas.
En los bautizados el matrimonio reviste, además, la dignidad de signo sacramental de la gracia, en cuanto representa la unión de Cristo y de la Iglesia.

Sus características


9. Bajo esta luz aparecen claramente las notas y las exigencias características del amor conyugal, siendo de suma importancia tener una idea exacta de ellas. Es, ante todo, un amor plenamente humano, es decir, sensible y espiritual al mismo tiempo. No es por tanto una simple efusión del instinto y del sentimiento sino que es también y principalmente un acto de la voluntad libre, destinado a mantenerse y a crecer mediante las alegrías y los dolores de la vida cotidiana, de forma que los esposos se conviertan en un solo corazón y en una sola alma y juntos alcancen su perfección humana. Es un amor total, esto es, una forma singular de amistad personal, con la cual los esposos
comparten generosamente todo, sin reservas indebidas o cálculos egoístas. Quien ama de verdad a su propio consorte, no lo ama sólo por lo que de él recibe sino por sí mismo, gozoso de poderlo enriquecer con el don de sí.

Es un amor fiel y exclusivo hasta la muerte. Así lo conciben el esposo y la esposa el día en que asumen libremente y con plena conciencia el empeño del vínculo matrimonial. Fidelidad que a veces puede resultar difícil pero que siempre es posible, noble y meritoria; nadie puede negarlo. El ejemplo de numerosos esposos a través de los siglos demuestra que la fidelidad no sólo es connatural al matrimonio sino también manantial de felicidad profunda y duradera.

Es, por fin, un amor fecundo, que no se agota en la comunión entre los esposos sino que está destinado a prolongarse suscitando nuevas vidas. "El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de la prole. Los hijos son, sin duda, el don más excelente del matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios padres". 


Encíclica Humanae Vitae

  El último domingo del año, después de Navidad, la Iglesia lo dedica a la Sagrada Familia de Nazaret, como modelo a seguir por parte de las...